1º Premio: "Tierra mojada" - Ismael Pellejero Ibáñez


El tren comenzó su movimiento, con un silbido agudo que se iba haciendo más grave conforme aceleraba casi levitando a través del túnel, fundido en un traqueteo que quería rememorar otras épocas del camino de hierro. Al salir, a través de la ventana lagrimeada por el sirimiri, el alba anaranjada y rosácea se fundía con lo que quedaba de noche oscura. Levantó su mirada del libro, contemplando el horizonte, hasta que el tren se detuvo en aquella estación. Las puertas se abrieron, pero no entró nadie. Solo la esencia perfumada de la tierra mojada.
 

2º Premio: "Hospital Doce de Octubre" - Juan Francisco Escudero Cobo


Aquel Halloween me cambió la vida. En el andén, entre tanto friki y tanto zombi, pasaba desapercibida mi palidez enfermiza, mis ojos inyectados en sangre, mis desmesurados colmillos. Calibraba de reojo las yugulares de posibles donantes cuando un chico disfrazado de médico despertó mi sed. Me acerqué y, con discreción, lo atraje hacia el interior del túnel. Pero al ir a clavarle los dientes sentí un pinchazo en el cuello y ya no he vuelto a ser la misma: ahora puedo tomar el sol, mirarme al espejo, ¡y qué rica la tortilla de patatas!
 

3º Premio: "Cuando el tren susurra" - Sabina Andreu Satué


Cada día, Alicia subía al Cercanías en Atocha como quien entra en un sueño repetido. Cuatro paradas, mismo vagón, mismos rostros dormidos. Pero un martes, el tren susurró. Sí, susurró: “No bajes hoy”.

Obedeció. Las estaciones ya no eran las mismas. Embajadores tenía palmeras, en Delicias bailaban las maletas, en Méndez Álvaro llovía dentro del vagón. Nadie más parecía notarlo.

Detrás de un periódico, un hombre le sonrió con ojos conocidos.
Desde entonces, Alicia sigue viajando. A veces, el tren no te lleva a un sitio. Te lleva a ti.
 

4º Premio: "Diaria Contrarreloj" - Elena Calatrava Duran


38 minutos separaban su bienestar de su ansiedad, 13 estaciones de tren donde prepararse para un día más o un día menos, frío en Atocha y en sus venas, todo por vivir mejor, todo por dinero y no por vocación, dejando en cada andén sueños y sueños, emociones, poesía, vida…

Sabina inspira su tristeza, “venga sonríe que ya llegas” me digo. Empieza un nuevo día hoy es uno más o uno menos… tú decides.
 

5º Premio: "Zapatos diferentes" - Ana Torrejón Beldad


Carmen mira el paisaje hacia atrás en la ventanilla del tren. No ve su imagen reflejada, ni intuye su mirada traviesa. Solo ve la huida de los árboles y las nubes, y un sol radiante que la custodia. Sus acompañantes de asiento sonríen. En el pie derecho tiene un zapato y en el izquierdo otro diferente. Sin embargo, su aspecto no es descuidado, parece recién peinada de peluquería. Abraza fuertemente un bolsito un poco pasado de moda. Nadie sabe su secreto, ni si quiera ella. Lo ha olvidado. En la Residencia Prodigio en Galapagar todos la buscan.
 

"El abuelo" - Rubén Luque Moreno

Muchos jóvenes suben al tren, alegres y llenos de proyectos. Hablan de sí mismos, desvelan sus profundidades con trivialidad.
Los mayores ya no hablamos, no queremos desvelar nuestras ausencias.
Tu ausencia... recuerdo el sueño de esta noche. Estaba contigo, cocinábamos. Cuando duermo estamos juntos y ya últimamente ni eso hago bien y la vigilia se convierte en una cacofonía de ruidos incomprensibles.
La estepa pasa traqueteando y una confusión de gaviotas vuelan a contraluz.
Suena un pitido.
-Abuelo, esta es la nuestra. -La niña toma mi mano con suavidad.
Casi me lleva ella a mí, pienso aturdido.

 

"El tren y la tortuga" - Ana Moreno Mora-Gil

Marina miraba nostálgica por la ventana del tren parado cual videoclip triste de los 90. La vuelta a la rutina cada semana se le hacía más pesada. Mientras se regodeaba en su pena, vio una tortuga cruzando la vía. "¿De dónde habrá salido?", se preguntó. De repente, todas sus penas se disiparon al ver que otro tren estaba llegando. Quedaban escasos cinco metros y la tortuga se había parado. Angustiada, pegó la cara al cristal, rezando por la vida de la tortuga que, milagrosamente, logró cruzar antes de ser aplastada.

 

"La estación del recuerdo" - Rebeca Caro Moreno

Cada mañana, se sentaba en el banco de la estación, gorra en mano, como si aún llevara el tren.
En la estación de cercanías le conocían por su nombre, y le hacían sentir respetable.
El Alzheimer le borró el calendario, pero no los raíles de su alma.
Cuando el tren pasaba, saludaba al maquinista con una sonrisa que obligaba al día a amanecer.
“Voy a casa”, murmuraba.
Y aunque ya no supiera dónde quedaba, yo sabía que hablaba de un lugar con raíles, olor a aceite… y la memoria intacta de quien fue.

 

"Reconocimiento" - Ángel Saiz Mora

El anciano, conversador y aquejado de soledad, se sentó a mi lado en el tren. Por cortesía, cerré mi libro para escucharle. Cada mañana me buscaba por los vagones, tras haberme elegido oyente de su trayectoria vital. Yo lamentaba no poder leer, pero cuando dejó de acudir supe que me había hecho adicto a su cercanía y palabras, tanto, que desde entonces transcribo sus muchas historias, dignas de ser recordadas. Esta es la primera, que entrego impresa a los pasajeros que quieran leerla. No pido nada, solo que vuelva. Necesito decirle que le debo ser escritor.
 

"Recuerdos" - Aitor Eiguren González


Mi abuelo decía que los trenes recuerdan. Que, si escuchas bien el traqueteo, oyes las historias que dejaron atrás los viajeros.

Yo no le creía. Hasta que, una mañana, el Cercanías silbó igual que él cuando íbamos juntos al parque.

En el siguiente trayecto, noté su colonia.

Hoy, un asiento vacío me ofreció su sonrisa. Desde entonces, dejo mi billete sobre el asiento. Por si él quiere volver.
 

"Sueños rotos" - Ana Fernández Magdaleno

Lucho contra la marea de viajeros que inunda el vestíbulo de la estación. Camino entre los que se apresuran para no perder el tren. Mi corazón está desbocado. Cómo desearía que mi tren no llegara puntual hoy. Es viernes y necesito verle. Quiero sentarme como cada día, en el mismo sitio. Jugar con sus ojos en Recoletos; con su boca, en Atocha, y soñar con sus caricias, en Delicias. Cuando llego al andén, el tren está siendo engullido por el túnel, junto con mis sueños que se desvanecen en el eco de las vías.
 

"El vagón 13" - Silvia Asensio García

Cada mañana, el tren de cercanías recoge a los mismos pasajeros: obreros, estudiantes, fantasmas. Nadie habla del vagón 13, donde el aire huele a ozono y los relojes fallan.
Una vez, Marta bajó en una estación que no estaba en el mapa; volvió con canas y un cuaderno lleno de ecuaciones imposibles. Desde entonces, sonríe todo el tiempo. El revisor la saluda con una reverencia. Y cuando pasa el vagón 13, los demás evitan mirar por la ventana.
 

"Ensoñación" - Pedro Ignacio Perea Serrano

Clara Campoamor llega puntual a su encuentro con Justa Freire en el parque Polvoranca. Comprometidas y apasionadas, sueñan juntas con volar libres como las águilas y gritar su amor a los cuatro vientos. Aunque es doce de octubre, parece primavera en el Jardín de las Delicias. Las retamas despiertan aromas de miel y vainilla. Entre las matas, las margaritas se asoman curiosas. Junto a la Fuente de la Mora, sus labios se encuentran.
—Próxima estación: Fuenlabrada…
Clara despierta sobresaltada. Aún entre Pinto y Valdemoro, desciende apresuradamente del vagón, mientras el eco tibio del sueño persiste en sus labios.
 

"Estación fantasma" - Jacinto Murillo Agrumanes

Hoy he soñado con la estación fantasma.
Hace cincuenta años, de niño, jugaba con la pandilla en el apeadero abandonado. Por entonces no paraban los trenes. Colocábamos en fila las piedras de balasto sobre los raíles. Después apoyábamos nuestras orejas hasta sentir la vibración del próximo tren.
¡Cuidado! ¡Ya viene!
Nos subíamos al andén alfombrado de matojos. Al paso del convoy saludábamos a gritos. Las piedras saltaban desmenuzadas como grillos asustados.
Hoy, al pasar por Pitis, la antigua parada espectral, recuerdo el bache de las piedras atropelladas y creo vislumbrar por la ventanilla a un niño saludándome.
 

"Humo y tren" - Sonia López Luna

- ¡Mira, Abu! ¡Un tren con humo!
- Pero, Jorge- dije mirando en la dirección que señalaba su dedito- los trenes de hoy son eléctricos. No...
Las palabras se me congelaron en los labios cuando vi lo que mi nieto miraba. Y tenía razón. Un tren atravesaba los campos, y sobre el pantógrafo, como enganchada, una nube se hacía jirones. Para los ojos del niño era una chimenea con humo. Para los míos fue una vuelta a la infancia, cuando los trenes eran de vapor, los asientos de madera y los viajes infinitamente más largos.
 

"La foto" - Sherezade Álvarez Alaguero

Siempre era el mismo ritual. Ellos divertidos, protestaban por la foto que presidía el salón. De hacía veinte años: los dos de la mano en el Cercanías, caritas felices, pelo revuelto y las mochilas del cole casi más grandes que ellos. "¿No tienes una mejor, mamá?". Ella sonreía y zanjaba la conversación con un "A mí me gusta". Quizás algún día entenderían que el recuerdo de esa cotidianeidad, de sus viajes en tren con sol, lluvia o frío, era algo único. El calor de ese recuerdo valía más que mil fotos sin alma.

 

"Remordimientos" - Patricia González Fuertes

Oiga, se le ha caído…! Demasiado tarde, cuando trato de avisarle ya ha salido del tren. Un pequeño cuaderno de espiral queda en mis manos y la curiosidad y el aburrimiento hacen que descubra su contenido. Tras unas cuantas páginas de garabatos y dibujos que parecen hechos por un niño de 6 años, aparecen una serie de relatos. Ninguno sobrepasa las 99 palabras y todos tienen lugar en el Cercanías. Me debato entre dejarlo donde lo encontré o llevarlo a “Objetos Perdidos” de cualquier estación.
O quizá no, quizá nunca lo hice.
 

"Sistema sanguíneo" - Alejandro Riera Catalá

Esperando su tren, Alejandro, un médico residente después de una guardia, divagó. Mientras observaba el ir y venir de los pasajeros distinguió claro que el tren, con sus túneles oscuros y rieles brillantes, le recordaba al sistema circulatorio del cuerpo humano. Cada vagón era un glóbulo rojo, que transporta pasajeros, células, a través de un laberinto de vías que se asemejaban a las venas que serpentean por el organismo. En su pensamiento, cada estación representaba un órgano vital, donde los viajeros se detienen para realizar sus actividades, al igual que la sangre se detiene en el corazón.

 

"Trenes de lejanías" - Sonia Pérez Fernández

Jamás sabréis, querido alumnado, cuantísimos kilómetros han recorrido vuestras ideas. Y es que de la estación de Parla a la de Chamartín, o desde Pozuelo a La Garena, vuestro profesorado -ojeroso- va corrigiendo exámenes, ejerciendo siempre escuela. Habrá quien suspenda justo cuando el tren entre en el túnel y quien apruebe con la irrupción, de nuevo, de la luz del día. Pero todos vuestros saberes, erráticos o exactos, aunque viajen en Cercanías, habrán llegado tan lejos...
 

"Un viajero muy seductor" - Paloma Lourdes Lozano

Estaba sentado justo enfrente. Amor a primera vista. Le acompañaba una mujer morena con gafas oscuras y cazadora vaquera. Le sorprendí mirándome fijamente mientras la mujer jugueteaba con su pelo rubio. Parecía extasiado, entregado a sus mimos y caricias y sin embargo me miraba con insistencia. Había bastantes viajeros en el vagón pero mi admirador destacaba por su imponente físico.
Las voces de la locución del tren anunciaron: 'Próxima estación: Atocha". La mujer se levantó del asiento y él la siguió como un perrito faldero... O mejor dicho:
Como su fiel perro Guía...
 

"Viaje" - Silvia Asensio García

Abrió el libro y el tren arrancó. Pasó páginas, paisajes, siglos. Al cerrarlo, volvió al sofá… pero con arena en los zapatos.

"ABRACADABRA" - Sara Sánchez Hernández

Aquel sábado me subí al tren ignorando la insistencia de mi madre de que mi nueva afición era una pérdida de tiempo. En Atocha, la mujer sentada frente a mí empezó a ver vídeos en su móvil a un volumen exageradamente alto. Los minutos pasaban, las protestas aumentaban, pero ella hacía caso omiso. Entonces, presa de un impulso incontrolable, metí la mano en mi mochila y, sin que nadie me viera, agité la varita. Tras el repentino apagón, la molesta señora había desaparecido y en su lugar ahora había un conejo blanco. Sonreí. De pérdida de tiempo, nada.
 

"Adiós, Madrid" - Pablo Vivancos Navarro

El día que dejé Madrid, me crucé conmigo mismo llegando a Atocha. Me vi diez años más joven, más perdido y más contento. Arrastraba una maleta en la que había metido media vida, porque la otra media no cabía. Por un segundo, nos miramos, pero él (yo) no pareció reconocerme. Debió verme mayor, más centrado y agotado.
No dije nada y me dejé ir, sabiendo que aquel chico en diez años sería más infeliz, pero habría aprendido todo lo necesario para decidir coger otro tren, llenar otra vez la maleta y volver a ser quien era antes.
 

"Mañana otra vez" - Pilar Campo

Corre. Rápido. No puede irse. Aún no. Comienza a llover. Qué calor. La bufanda sobra. Plumífero: ¿en serio? La gabardina era mejor opción. Una carrera tan temprano. Y sin paraguas. Estupendo. Entro a la estación. Cuánta gente. Por aquí no. No funciona. Venga. No funciona. Por aquí. Ahora sí. Vamos, vamos. El silbato. Espero no tropezarme. Escalones. Agujetas. La clase de ayer. Entro al vagón. No hay sitio. Aquí me pongo. Aire acondicionado. Qué frío. Guiño los ojos. Amanece por el cristal. ¿Y mis gafas de sol? En casa. Un leve zarandeo. Despierta, que no llegas.
 

"Gracias a ti" - Rut Moreno Vaquero

Una nube gris, todo lo inunda, miro el móvil (cosas tristes, agobiantes, la nube crece...). Distraída, esperando el tren con mi nube cuando, de repente, "Hola... disculpe... ¿me ayuda?". Levanto la cabeza, una mirada amable, una leve sonrisa, un bebé risueño que me hace una pedorreta. "Por supuesto", y le ayudo a subir al tren, mirándola atentamente, "muchas gracias", una sonrisa abierta de auténtica gratitud, y yo también sonrío... Entonces, aunque solo sea un poquito, mi nube gris es menos gris, mi día menos oscuro. “Gracias a ti”.