Varios medios de comunicación publicaron recientemente una noticia insólita y, a la vez, alarmante: en Europa existe el ‘turismo del grafiti’ ferroviario. Como suena. Individuos de diversos países se dedican a viajar por el continente para hacer pintadas en trenes y, para colmo, graban sus acciones vandálicas y las difunden por las redes sociales.
La Policía Nacional, en colaboración con la Interpol y el CITCO, detuvo a una docena de personas e identificó a otras tantas, y cifran el coste de su ‘broma’ en casi medio millón de euros. Días antes, a seis arrestados en Galicia se les atribuyen unos daños por valor de 200.000 euros.
Pero estos son solo dos episodios más de una historia que, ciñéndonos al caso de Renfe, causa cada año a la ciudadanía una pérdida ingente de recursos (en tiempo y en dinero) y riesgos para la integridad física de las personas y para el medio ambiente
Durante el año 2022
Perjuicio directo para las personas
Quienes viajan en nuestros trenes, sin embargo, resultan doblemente perjudicados, ya que sufren además las consecuencias directas de estos comportamientos vandálicos.