Piedra, papel y barro. Tres palabras que definen esta ciudad castellana, donde la fuerza de la arquitectura, la literatura mística y el apego a la tierra marcan el ritmo de su entorno que, sin darse importancia, fascina a quienes lo descubren.

 

Texto Rosa Alvares

 

 

Hay lugares que crean una atmósfera íntima y serena, y La Casa del Presidente es uno de ellos. Este exclusivo hotel de 10 habitaciones, cuyo jardín está junto a la muralla del siglo XII, fue el hogar del presidente Adolfo Suárez. Entre sus paredes se vivieron encuentros que cambiaron la historia española, como refleja su recepción, ubicada en el antiguo despacho del político. Hoy, gracias a Fontecruz Hoteles, se ha convertido en un alojamiento de lujo bien entendido y atención esmeradísima. “Aquí las raíces de Ávila se mantienen con cariño hacia nuestros clientes”, sostiene Diego Ortega, CEO de la compañía. “En lo gastronómico, lo logramos con productos de la zona, para que conozcan toda su riqueza”. Lo demuestra su restaurante (dirigido por Andrés Madrigal) y unas tablas de desayuno divinas para comenzar el día.

www.fontecruzhoteles.com/es/casa-del-presidente/

Tras su fachada verde, las columnas que sustentan el interior de la librería Letras exhiben citas de escritoras abulenses contemporáneas, con permiso de Santa Teresa, estrella literaria de la ciudad. Este coqueto espacio es el sueño hecho realidad de Gemma Orgaz, empeñada en que no solo sea un “despacho de libros”, sino un espacio cultural con clubs de lectura, talleres infantiles, cuentacuentos… “Estas actividades pesan más que la propia venta de libros. Somos una librería con alma”, asegura. Y atención a su apartado de segunda mano, donde se pueden encontrar pequeñas joyas.

Dijo Azorín que, de todas las ciudades españolas, Ávila es la más del siglo XVI. Y no le faltaba razón, teniendo en cuenta la rica arquitectura de casonas y palacios renacentistas que conserva. Como el Torreón de los Guzmanes, cuyas antiguas caballerizas albergan el Centro de Interpretación de la Cultura Vetona; el palacio de los Verdugo, sede de Ciudades Patrimonio de la Humanidad, o el de los Serrano, que programa exposiciones de todo tipo. Resulta imprescindible recorrer las señoriales estancias del palacio de Superunda, también conocido como Caprotti. En él se estableció el pintor italiano Guido Caprotti que, en 1916, tuvo que pernoctar en la ciudad por culpa de una nevada que detuvo el tren en el que viajaba, y decidió quedarse en ella para siempre.

A la hora de comer, conviene reservar en Barro, la novedosa propuesta de Carlos Casillas (que ya suena a estrella Michelin): un joven chef, formado en el Basque Culinary Center, devoto de la cocina apegada a la tierra. “Este restaurante bebe del pasado, cocina en el presente, pero mira al futuro. Porque creemos que Ávila habla de progreso, de un lugar donde ocurren cosas y es posible crecer”. Con platos kilómetro cero, llenos de sabores familiares y emocionales “que hacen apreciar el valor del territorio”, la libertad reina en este pequeño espacio (solo hay tres mesas) “donde el comensal es bienvenido a casa porque, al cerrar la puerta, puede sentirse como en la suya propia”.

barrorestaurante.es

Sería un pecado estar 24 horas en Ávila y no visitar, de algún modo, a su hija más ilustre. Las huellas de Teresa de Cepeda y Ahumada, más conocida como Teresa de Jesús, están presentes por toda la ciudad. Pero, en esta ocasión, hay que volver a los orígenes, a aquella casa donde nació y que hoy ocupa una basílica y un convento fundado por ella misma. Está frente a uno de los lienzos de la muralla, cerca de la antigua judería, en una recoleta plaza rodeada de silenciosas callejuelas. En la cripta del edificio, se encuentra un sorprendente museo dedicado a la mayor mística española, con valiosas obras de arte, manuscritos y libros referidos a la santa.

teresadejesus.com

Extramuros, mirando al lienzo de su muralla medieval, se alza uno de los edificios religiosos más bellos del románico y el gótico español: la basílica de San Vicente. Piedras de granito caleño cobijan una de las joyas mejor guardadas de Ávila: un cenotafio policromado homenaje a los santos Vicente, Cristeta y Sabina, muy venerados desde hace siglos en la ciudad. En la cripta, a la que se accede por una escalera que cuenta con leyenda propia, hay una capilla dedicada a la virgen de la Soterraña cuya talla del siglo XV, según cuentan, era una de las favoritas de Teresa de Jesús.

Ávila también es barro por la cerámica que allí se crea. Este es el medio de expresión elegido por Sonia Pueche y Jaime Mato, dos artistas madrileños afincados en la ciudad cuya propuesta creativa, Época, va más allá de las obras que hacen a mano, interactuando con disciplinas como la cerería, la música o el diseño floral. Defienden un compromiso con la originalidad donde la repetición no tiene cabida. “En Época, arte y vida se entrelazan en una danza armoniosa; la paciencia y la calma son parte de las herramientas con las que moldeamos nuestras piezas”. Otra joven ceramista es Cristina Martín Montalvo, que compagina la elaboración de piezas por encargo con talleres para un público neófito. “Mi abuelo trabajaba la arcilla en la fábrica de tejas familiar y, de algún modo, busco actualizar el oficio de mis antepasados. Porque ese mismo barro es la base de nuevas ideas creativas”.

epocaceramic.com

Cristina Martín Montalvo: @mdoble_handmade

El viaje entre Madrid y Ávila se realiza en trenes de Media Distancia, alguno de los cuales tiene continuidad hasta y desde Valladolid, Palencia, Burgos, Vitoria y San Sebastián. También se puede viajar desde Barcelona con billetes combinados de AVE y Media Distancia.

 

En la app de dōcō, que se puede descargar en Google Play y App Store, se pueden contratar los servicios de Renfe y de Movitaxi, Reby y Karhoo, que ofrecen taxi y patinete eléctrico para complementar el viaje en tren.