Campo Baeza o Álvaro Siza son dos de los nombres ligados a la arquitectura contemporánea de Granada, que renueva su legado árabe con modernos edificios inspirados en la luz. La cultura, la gastronomía o el culto se viven desde el lado del siglo XXI.
Texto: Nacho Sánchez
Es una de las formas soñadas de comenzar un nuevo día. Despertar, descorrer las cortinas y que la Alhambra te dé los buenos días. El hoy Monumento Nacional fue palacio, ciudadela y fortaleza en sus orígenes. Ahora, descansa, rojiza, sobre la colina Al-Sabika para saludar a quienes deciden acudir a alojamientos como La Casa de Juan Ranas, donde “cada rincón cuenta una historia y cada vista te deja sin aliento”, como subrayan los responsables del establecimiento. Tiene cuatro exclusivas habitaciones situadas a los pies del mítico mirador de San Nicolás.
No hay mejor manera de conocer el barrio del Albaicín que sin mapa. Dejarse caer por sus cuestas para descubrir de qué manera la huella árabe impregna todos sus rincones: desde la arquitectura a los negocios o los nombres de los callejones. Entre los espacios más singulares se encuentran los cármenes, casas urbanas con huerto típicas realizadas en la época nazarí. El Aljibe del Rey es uno de ellos. Acoge al Centro de Interpretación del Agua y permite pasear por el interior del que es el mayor aljibe de la zona, del siglo XI.
Cerca de la estación de autobuses se esconde uno de los edificios contemporáneos más sorprendentes de Granada. Es de hormigón y se parece a una nave industrial, pero alberga la parroquia del Espíritu Santo. Es todo espacio y luz, que se cuela en el interior a través de siete lucernarios —como los siete dones del Espíritu Santo— construidos con coloridos vidrios dicroicos. “Fue un reto hacer arquitectura sagrada con un lenguaje contemporáneo”, dice Elisa Valero, que firma este templo atemporal. Desde aquí, merece la pena acercarse hasta el Metro, a la estación Alcázar Genil, donde sorprende una alberca del XIII en la que se representaban viejas batallas navales, proyecto de conservación que realizó el arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas, fallecido en 2015.
“Un banco, sede de la riqueza, levantado con el más económico material al alcance de todos. ¿Cómo podría alguien resistirse a tamaño embrujo?”, se preguntaba el arquitecto Alberto Campo Baeza a finales de los años 90 al hablar de la sede de Caja Granada. Se refería a la luz del sol que se adentra en este edificio para destacar la grandiosidad del interior, de unas dimensiones catedralicias. Hoy, el inmueble se encuentra en plena fase de transformación para acoger los juzgados de la ciudad. A su lado se levanta el Museo de la Memoria de Andalucía, firmado también por Campo Baeza, que ofrece un repaso a la cultura de la comunidad andaluza desde la prehistoria hasta la actualidad.
El Museo de la Memoria se completa con una alta y estrecha pieza de hormigón que se levanta hacia el cielo convertida en la puerta moderna a la ciudad nazarí. En su última planta acoge al restaurante Arriaga, cuyo salón parece flotar sobre Granada con cristaleras que regalan vistas de Sierra Nevada. “El paisaje es nuestra decoración. Tenemos la fortuna de no tener que poner nada más en las paredes”, subraya Álvaro Arriaga, chef y ‘alma mater’ de este proyecto que cuenta con un Sol Repsol. Los pases de sus dos menús degustación viajan por la gastronomía andaluza a partir de productos como quisquillas, conchas finas o carne de vaca pajuna.
La Alhambra contaba con un sistema defensivo con una densa muralla. Hoy, ha perdido su función, pero facilita la lectura urbana de la ciudad. Parte de la Muralla Nazarí recorre el Cerro de San Miguel, lugar fronterizo entre la vieja y la nueva Granada. Tenía una pequeña “herida” desde el siglo XIX que ya, en el XXI, el arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas “curó” con una tirita con forma de lienzo contemporáneo ideado a partir del apilamiento de lajas de piedra. Por fuera es maciza. Por dentro, un espacio vacío. “Es un proyecto precioso por su sencillez e integración” explica Macarena Fernández, vocal de cultura del Colegio de Arquitectos de Granada.
Hay un rincón de Granada en el que toda la ciudad se cita: el cruce de la Fuente de las Batallas y la Puerta Real, donde se yergue el Edificio Zaida. La intervención, ideada por el portugués Álvaro Siza, sirvió para recuperar una vieja casa patio. Este icono local ejerce hoy de transición entre la arquitectura tradicional y la actual. “Es un elemento mediador, inclusivo y conclusivo de todo cuanto rodea este lugar”, decía Siza.
A un paso, se despliega el casco histórico. “Uno de los edificios más llamativos es el centro José Guerrero, rehabilitado por Jiménez Torrecillas y sus vistas a la cubierta de la catedral”, dice Macarena Fernández. Cerca, otro, convertido en el refugio de los amantes de las letras. El Centro García Lorca fue levantado en 2016 sobre un antiguo solar vacío. En su fachada, un zaguán rompe los límites con la plaza pública del exterior. Dentro, además del archivo de los manuscritos del poeta, infinidad de libros, un auditorio y una sala de exposiciones. Las actividades sirven de excusa para conocer el edificio, ideado por MX_SI Architectural Studio. Y, sin darse cuenta, volver al exterior para fundirse con una ciudad que se mueve entre el pasado y el futuro de la arquitectura.
Granada ofrece conexiones de Alta Velocidad y Media Distancia. El trayecto en AVE desde Madrid Puerta de Atocha dura aproximadamente 3 horas y 20 minutos. También hay AVE directos desde Barcelona-Sants. Gracias a los trenes de Media Distancia, Granada está conectada con Sevilla, Málaga y Almería.
La circulación diaria de todos los trenes de la compañía evita al año la emisión de 4,7 millones de toneladas de CO2 y supone un ahorro energético equivalente a cerca de 1,3 millones de toneladas equivalentes de petróleo.