24 horas en Jerez de la Frontera

Moderna, libre e inspiradora, Lola Flores sigue siendo esa artista que ha trascendido generaciones. Hoy cumpliría 100 años y la localidad gaditana que la vio nacer aún mantiene vivo su recuerdo.

Texto: Rosa Alvares

 

Al llegar a la estación de Jerez (una joya que combina el historicismo renacentista con elementos mudéjares y preciosos azulejos), resulta fácil imaginar a la joven artista Lolita Imperio de Jerez, en 1940, corriendo por el andén junto a su madre a punto de coger el tren rumbo a Madrid, con un contrato en la maleta para rodar la película con la que debutó en el cine, ‘Martingala’. Tras aquel viaje nació una estrella, Lola Flores. Callejear unos minutos hasta el barrio de San Miguel —uno de los más flamencos del mundo, con hijos tan ilustres como el guitarrista Paco Cepero o la cantaora La Paquera— sirve para descubrir los primeros pasos de la Faraona; de hecho, en la calle del Sol, se encuentra su casa natal. Y cerca, frente al palacio de Villapanés, se alza la estatua que le dedicó el escultor Víctor Ochoa.

Uno de los placeres más sencillos que se pueden disfrutar en Jerez de la Frontera es, sin duda, el de tomar unos churros con chocolate, conocidos popularmente como ‘calentitos’. La plaza del Mercado de Abastos, que tantas veces recorrió Lola Flores de niña, agrupa un buen puñado de churrerías, algunas con terrazas desde las que contemplar el ambiente bullicioso del corazón de la ciudad. El propio mercado merece una visita, ya que se trata de un edificio de estilo neoclásico, con fachadas en piedra, decoradas con cerámica vidriada y con puertas que conservan las rejas de hierro de cuando fue construido. Una recomendación: antes de seguir los pasos de la Faraona, no está de más comprar unos churritos para llevar mientras paseamos, sin prisas, contemplando plazas como la del Arenal y calles tan emblemáticas como la Larga.

Mundialmente famosa, como Lola Flores, es la bodega González-Byass, con la que la artista mantuvo una estrecha relación: además de firmar una de sus botas, perteneció a la Hermandad del Tío Pepe de Oro. “Como la ciudad, el carácter de Lola está influenciado por la luz y la alegría”, dice Antonio Flores, enólogo de González-Byass. “¿Un vino que la represente? Nuestro palo cortado, porque es misterioso y se sale de lo establecido. Igual que ella, un alma libre en un tiempo donde no era fácil que una mujer hiciera lo que le diera la gana. Como ese vino, rebelde e inexplicable, fue bendecida con un don, el duende”. Para comprobarlo, hay que recorrer las distintas estancias de la bodega, saborear la gastronomía jerezana en el restaurante o hacer noche en el hotel Tío Pepe, con vistas a la catedral.

La intérprete de ‘La zarzamora’ supo conectar con el público de varias generaciones, convirtiéndose en musa de creadores muy contemporáneos. Uno de ellos es el ilustrador jerezano Daniel Diosdado. “De Lola me fascina su universalidad, cómo llegó a ser reconocida en el mundo entero”, afirma. “Siempre se ha dicho que no era la que mejor cantaba ni la que mejor bailaba, pero no había que perdérsela, desde España a Nueva York. ¡Y todo sin Instagram!”. Diosdado (que ultima un libro sobre la artista junto al escritor Manuel Romero Bejarano) reconoce el ADN local en la fuerza de Lola. “Todos sabemos de su arte, espontaneidad y carácter extrovertido, pero me quedo también con su capacidad de ‘tirá palante’ ante las dificultades”. El creador anima a visitar, desde esta primavera, a falta de confirmar fecha de inauguración, el Centro de Interpretación de Lola Flores: un museo para descubrirla a través de su música, películas, objetos personales y, por supuesto, batas de cola.

Entre bulerías y olés se crio Lola que, con cuatro años, zapateaba sobre la barra de la taberna que regentaba su padre. Ese espíritu permanece en los tabancos todavía hoy abiertos: bares con encanto que recuerdan a los antiguos despachos de vino de la ciudad, donde se degustan caldos de Jerez, gastronomía local y actuaciones flamencas. En La Moderna, un cuadro que imita a ‘La Última Cena’ muestra a Lola en el centro, rodeada de los artistas más legendarios. Otro de los más auténticos es El Pasaje, inaugurado en 1925 y considerado el más antiguo de los que se conservan.

En octubre de 1939, una jovencísima Lola Flores debutó en el teatro Villamarta con el espectáculo ‘Luces de España’. De algún modo, su genio artístico permanece en ese escenario, como cuenta Isamay Benavente, directora del teatro: “Todos los artistas flamencos que actúan aquí la recuerdan y dicen que notan su energía”. Este año la figura estará muy presente en el Festival de Jerez, que reúne actuaciones de los mejores cantaores, bailaores y guitarristas, con la participación, entre otros, de las peñas flamencas. “En estas también está muy presente Lola, todas la veneran”, apunta Benavente que sugiere conocer algunas como Los Cernícalos, La Bulería, El tío José de Paula o la última en llegar, una peña LGTBI+ dedicada a Lola Flores.

Los trenes del servicio Alvia enlazan Madrid con Jerez de la Frontera en un viaje que se prolonga tres horas y 35 minutos. El servicio se prolonga hasta Cádiz y realizan parada en todas las estaciones del recorrido.

 

En la app de dōcō, que se puede descargar en Google Play y App Store, se pueden contratar los servicios de Renfe y de Movitaxi, Reby y Karhoo, que ofrecen taxi y patinete eléctrico para complementar el viaje en tren.