Descubrimos la capital del Bierzo, entre vinos, libros y productos que dan sentido y sensibilidad a un territorio marcado por un castillo templario o una repostería poderosa.

 

Texto: Marta Sahelices

 

 

Ante un largo día por delante, dedicado a patear la capital vasca, es recomendable un desayuno nutritivo, como los que ofrece Amatter Café en una vía que ejerce de frontera entre la almendra medieval y el ensanche de Vitoria. Con una variada carta de más de 20 especialidades de café, otras tantas infusiones, konbuchas y zumos, ofrece la posibilidad de acompañarlas con sólidos dulces y salados. Entre los primeros, destacan ‘cakes’ y ‘cookies’, elaborados con panela y harinas ecológicas. Y para los amantes de lo ‘salty’, la tosta de paletilla ibérica, AOVE y tomate con huevo ecológico poché. Su encanto secreto reside en su artístico remate de la espuma de los cafés. Solo por eso, merece la visita.

Visita obligada es el Castillo de los Templarios, “morada de nobles y vasallos” (incluido el Conde de Lemos) en la que destacan el Castillo Viejo y el Palacio Nuevo. Aunque los restos más antiguos datan de la Edad del Hierro, fue la llegada de los Templarios en 1178 –para proteger el Camino de Santiago– la que marcaría un hito. También una leyenda: antes de ser forzados a abandonar la ciudad en el siglo XIV, los caballeros, según se dice, descubrieron en el tronco de una encina la imagen de la Virgen de la Encina, actual patrona de Ponferrada y del Bierzo.

Apodada La Morenica, la imagen de la Virgen de la Encina descansa en la basílica de la Encina, punto imperdible del casco antiguo. También lo es la renacentista Torre del Reloj, cuyo Arco de las Eras regala una imagen icónica de la calle del Reloj desde la plaza del Ayuntamiento, presidida por la barroca Casa Consistorial. En la plaza de la Virgen de la Encina es recomendable parar a tomar el aperitivo –o un Bierzo– en la Taberna La Obrera, “uno de los edificios más bonitos de Ponferrada, de estilo ‘art déco’”, tal y como presume su propietario, José de la Riva, quien ha cambiado todo salvo el nombre de la centenaria asociación que antaño utilizaba este espacio para reuniones y exposiciones.

MU·NA no solo ha supuesto un revulsivo para Ponferrada, con su estrella Michelin y su sol Repsol, sino que también ha cambiado la hoja de ruta de quienes acuden a Castilla y León en busca de sabores honestos. “Estar en una zona con tanta riqueza nos pone las cosas fáciles. Hacemos una cocina creativa en base al producto y al entorno para poner en valor todo lo que nos rodea en la provincia”, asegura su chef, Samuel Naveira, copropietario junto a Génesis Cardona, jefa de sala, de este restaurante que se halla en la Casa de Las Bombas, apuntando –con sus dos proyectiles de la puerta– a las murallas del Castillo. “La idea es volver a la tierra, a las raíces, y contar una historia. Que el comensal, si tuviese que disfrutar el menú con los ojos cerrados, sea consciente de dónde está”, concluye el cocinero, estandarte de la alta cocina berciana.

restaurantemuna.com

La capital berciana ha estado marcada siempre por su ubicación, en una encrucijada de caminos (sin ir más lejos, el de Santiago) y de ríos, el Boeza y el Sil. Pero también es una ciudad de puentes, como el de La Puebla, al que debe su nombre Ponferrada (derivó de ‘Pons Ferrata’, como era conocido), el puente del Centenario, el de Celso López Gavela y el de García Ojeda, construido a los pies del Castillo, en una zona que bien merece una lectura. No una cualquiera, sino una al estilo de la librería Cajón Desastre, que lleva 30 años en sus aledaños vendiendo libros “raros y curiosos”. “Tengo 55.000 ejemplares seleccionados, sobre todo títulos que están fuera del mercado. Aunque el libro va despacio, vendemos mucho, precisamente por haber sabido diferenciarnos desde el principio”, explica su dueño, Adolfo Suárez Rodríguez.


No hay que dejar pasar la ocasión de conocer el museo de la Energía La Fábrica de la Luz, espacio divulgativo y cultural ubicado en la antigua central térmica de la Minero Siderúrgica de Ponferrada, determinante con su actividad (entre 1920 y 1971) en el desarrollo de la región. Considerada una de las 100 joyas del patrimonio industrial en España, la instalación obtuvo el premio Europa Nostra 2012 por su cuidada rehabilitación. Su recorrido invita a realizar un viaje al pasado, a su muelle de carbones y sus naves de calderas y turbinas, pero también a la memoria del territorio.


Toda una institución es La Pili, confitería familiar regentada ahora por su segunda generación, que lleva creando adictos a bombas y milhojas de merengue desde el año 1955, cuando la fundaron Ángel Puente y Pilar Pañeda. “Huevos, leche, harina, azúcar y mantequilla” es la receta del éxito, asegura la copropietaria Olga Puente Pañeda. Sus dulces y el reconocible envoltorio rojo son todo un símbolo para los bercianos, que acuden a sus vitrinas en busca de pasteles artesanos, una garantía como ‘souvenir’. ¿Su nueva creación? El esponjoso pastel NuuBee. “Elaborado con ingredientes naturales y técnica japonesa, lo servimos en toda España a través de nuestra tienda ‘online’, nuubee.es”.

Ponferrada está unida por Alvia con Barcelona y A Coruña en un servicio con numerosas estaciones, que la sitúan a viaje directo de ciudades como Lleida, Zaragoza, Pamplona, Vitoria, León, Ourense o Santiago de Compostela. Desde Madrid se puede viajar directamente en Intercity con parada en Segovia y Valladolid, u optar por alguna de las cinco frecuencias por enlace que ofrecemos a diario.