El perfil más activo de la consagrada como “ciudad de la Navidad” se dibuja en línea recta en el mapa, uniendo tradiciones ‘mariñeiras’ y gente joven ‘sen vergoña’.
Texto: María F. Carballo
Fotos: Lino Escuris
“Somos un equipo de tres amigos apasionados por la gastronomía y las experiencias auténticas”. Así se definen Zeus, Ana y Aarón, creadores de Hiday Coffee, situada en los bajos del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia. Un edificio voluptuoso, atrevido, en cuya planta de calle se encuentra este tesoro minimalista, coqueto pero exhibicionista: se abre al mundo con sus enormes cristaleras sin barreras visuales. Porque esta cafetería quiere conectar, “ofreciendo una experiencia cercana y educativa” en este momento en el que la cultura del café de especialidad no deja de crecer. Lo hace con compañeros como, entre otros, el café del tostador madrileño Hola Coffee, tazas de cerámica del taller vecino Misoco (Rúa Ferrería, 37) y repostería del obrador local Bekari (Rúa do Marqués de Valladares, 2A).
Galería Maraca es, como el instrumento musical que le da nombre, pura agitación cultural. Una explosión de artistas, creadores y obras en un espacio diáfano que presume de cierto ‘horror vacui’. El color es santo y seña del lugar, así como sus paredes repletas de ilustraciones y lienzos. En su interior, celebran presentaciones de libros, talleres, exposiciones, conciertos… trascendiendo así el significado de “galería” para convertirse en punto de reunión de artistas, de amantes de la ilustración, el diseño y lo artesano y de curiosos que quieran saber más sobre las nuevas tendencias. Creada por el laboratorio de diseño Chachachá Studio, en Maraca se muestran obras de la ilustradora y viñetista Flavita Banana, el ‘artwork’ musical de Error! Design (Xavi Forné), los poemas de Lúa Mosquetera… locales, nacionales e internacionales que modelan el hoy y el ahora del arte contemporáneo.
En 1920, abría sus puertas Taberna Eligio, bautizada con el nombre de su fundador. Entre tapas de pulpo con cachelos y pimientos de Padrón, se convirtió en escenario de infinitas tertulias brindando con una copa de Ribeiro: el espacio predilecto de, entre otros, los pintores Laxeiro y Mercedes Ruibal, el escultor Manuel Coia, los escritores Celso Emilio Ferreiro, Álvaro Cunqueiro o, en los últimos años, el fallecido Domingo Villar (su icónico personaje, protagonista de la trilogía que lo encumbró, el detective Leo Caldas, acudía a esta taberna en la ficción, como su autor lo hacía en la realidad). Su actual dueño, Leopoldo Celard, prometió mantener la esencia de Eligio tras la muerte de su yerno. El ambiente de charleta y ‘papatoria’ (comilona), así como una carta sencilla con productazo homenaje a la ría (navajas, zamburiñas, chinchos…) lo demuestra.
Laura Currais es arquitecta y, desde hace unos años, ceramista y artesana: “Blaurtopías nació como una vía de escape y expresión que me permitiese ser más creativa y dedicar tiempo al trabajo manual lejos de las pantallas”. Siempre interesada por el diseño y por el carácter funcional de las piezas, con su creatividad y sus manos aporta, a cada una de ellas, un “valor narrativo” a través de ilustraciones, color, referencias naturales, geométricas y elementos de la cultura popular. Además de vender sus creaciones y trabajar por encargo, organiza talleres y clases. Blaurtopías se ubica en una de las laderas de la fortaleza de San Sebastián, zona hasta hace poco olvidada y hoy epicentro creativo de la ciudad, con productoras de cine, una escuela de cómics, incluso, una tienda de magia: “Me gusta mucho que en esta zona coincidamos diferentes talleres y que ello sirva, tal vez, para crear un nuevo tejido urbano a través de la artesanía”.
Navaza es una reconocida pastelería de la localidad pontevedresa de Lalín que abrió en los años 20 como ultramarinos y despacho de repostería. Hace un año, aterrizó en Vigo de la mano de Benjamín Navaza, que encarna la tercera generación de reposteros en la familia: “Nuestra máxima (que tanto escuché de mi padre y de mi abuelo) es que todas las recetas parten de cero y siempre se elaboran con buena materia prima: las mejores harinas, mantequillas, huevos...”. Aquí no hay preparados de bizcocho ni “polvos mágicos”. Todo nace del obrador de Lalín que viaja cada día con frescura a esta pastelería viguesa. Entre sus productos estrella, un amplio surtido de pastas de té, además de las palmeras y las tartas. Sin olvidar los clásicos de temporada, como esos mazapanes, mantecados, polvorones y roscones que invadirán las vitrinas próximamente.
19.30 horas
A Mina es un clásico del Vigo tabernario y del arte del chiquiteo. Abierta en 1953, esta taberna fue rescatada del olvido hace ya una década por Kiko y Cristina, quienes tenían claro que no iban a redecorar el espacio. ¿Para qué, si esa esencia de bar ‘mariñeiro’ de azulejo y barra de mármol tenía todo el encanto? “De alguna manera estamos contando la historia de la ciudad en este lugar, preservando su idiosincrasia: no queríamos otro clon ni en la decoración ni en la carta”. Su oferta les ha valido un Solete Repsol: su pincho del día puede ser una nécora de la ría de Vigo, un reconfortante caldo o sus chacinas; entre sus clásicos, cocido, oreja, lacón… y, por supuesto, mejillones. En su terraza, al amparo de la icónica puerta roja, se congrega un hervidero de gente de la movida cultural viguesa.
Bajo el lema ‘Cociña sen vergoña’, el vigués Adrián Albino capitanea Niño Corvo, un restaurante cuyos platos reúnen las técnicas de cocina asiática con un producto de calidad nacido en las rías gallegas. En palabras del propio Albino: “utilizamos técnicas de cualquier parte del mundo como nos viene bien en cada momento: no nos limitamos”. Esto se traduce en elaboraciones sorprendentes: aunque el taco de atún sea uno de sus iconos, quizás el plato que más defina a este restaurante sea su caballa curada en sal, sopleteada y servida sobre una cama de arroz de sushi con sésamo garrapiñado y algas fritas. Cocina de mercado que se encuentra en plena celebración: la familia de Niño Corvo acaba de abrir un pequeño local de ‘burgers’ al estilo ‘smash’ con el nombre de La ApLAsTaDA (San Francisco, 13).
Trenes del servicio Alvia enlazan Madrid con Vigo en poco más de cuatro horas. También los trenes con enlace facilitan el viaje en esta conexión. Los trenes de los diferentes servicios de Renfe facilitan, asimismo, el viaje desde las diferentes capitales gallegas hasta Vigo, que también está conectada por tren con Barcelona.