Texto: Carlos Risco
Es la última de las ciudades del flequillo oceánico peninsular. La que, junto a San Sebastián, Santander y Gijón, solía extender sus paseos marítimos para unas cuantas familias de apellido compuesto mientras presumía de que nada cambiaba. Pero el tiempo puede con todo. Y monolitos urbanos como A Coruña se van deshaciendo con los años para convertirse en el cultivo sobre el que florece una nueva ciudad. Inditex, ese negocio de batas que se ha convertido en un gigante multinacional con acento gallego, ha crecido tanto desde la aldea de Arteixo que ha poblado de lleno la ciudad.
Ya no es solo la legión de estilistas, diseñadores, fotógrafos y artistas internacionales que mueve el músculo del gigante textil la que empuja una urbe nueva. Es ya una inercia imparable la que afina el ojo y el gusto de la ciudad de la Torre de Hércules, la cerveza Estrella Galicia y La Domus-Casa del Hombre, aquel sueño del arquitecto japonés Isozaki para un museo interactivo del mundo que toma impulso con los embates del mar.
“Esta ciudad está viva y en crecimiento, con todo lo bueno y malo que eso conlleva”, dice Alberto Carballido, el diseñador gráfico madrileño de raíz gallega al frente del estudio Novagarda (Orzán, 186), que impulsa proyectos que van desde la cestera Idoia Cuesta, nueva niña favorita de Loewe, hasta la enocultura tradicional y la transformación del paisaje.
Desde Novagarda, Carballido y su socio Iago Barreiro imaginan una Galicia “respetuosa consigo misma, que mira hacia adelante sin complejos, sabiendo de dónde viene y cuáles son sus raíces, capaz de reinterpretarse sin perder su identidad y fortaleciendo sus virtudes”. Su propuesta quiere enriquecer de matices un lugar que “esté orgulloso de su propio talento”. En este “reconstruir sin destruir”, el diseñador gráfico se reconoce en una A Coruña abierta, “con gente de muchas nacionalidades y sensibilidades” que establece redes dinámicas “donde compartir ideas y dialogar sobre el presente y el futuro que necesitamos”. Y aunque entusiasta, se muestra cauteloso: “Los crecimientos que solo valoran el hoy suelen desplomarse mañana”.
Alberto Carballido, el diseñador gráfico madrileño de origen gallego que ha regresado para descubrir el talento oculto de la tierra milenaria.
El muelle de Batería, nuevo espacio de 15.000 metros cuadrados en el puerto coruñés dedicado a la cultura. Allí ha montado Marta Ortega la exposición sobre el fotógrafo Steven Meisel.
Leticia Eirín, directora de Normal, el espacio cultural ligado a la Universida de da Coruña donde sucede el arte, de la poesía al teatro, pasando por la literatura más underground.
Desde un edificio emblemático proyectado por el arquitecto modernista Antonio Tenreiro, Leticia Eirín, profesora de Literatura de la Universidade da Coruña, dirige Normal (Paseo de Ronda, 47), contenedor de proyectos artísticos y culturales contemporáneos, de las artes visuales a la música. Eirín no duda de que esta península que se adentra en el mar “marca el ADN de las personas que la habitan” y ve A Coruña como “una ciudad muy cosmopolita”, determinada por la existencia de una escuela de Arquitectura, “que ha generado no solo importantes estudios de profesionales, sino toda una red de negocios e iniciativas diversas lideradas por arquitectas y arquitectos de formación, a los que se transmite el amor y el gusto por la armonía y el diseño”.
Basta darse un paseo para conocer toda una hornada de creadores que repiensan la ciudad desde nuevas perspectivas, buscando un punto nuevo entre el pasado decimonónico, el feísmo expansionista y el gigantismo grandilocuente. Aquí podríamos situar a Luis Manuel Santalla, que con su estudio colectivo Flu-or (Ángel Rebollo, 88) propone una mirada integradora que va mucho más allá de la edificación y llega hasta el mobiliario. Desde Flu-or reconocen que esta ciudad, que parece haberse desarrollado pensando en el automóvil, “está haciendo grandes esfuerzos por humanizarse” gracias a las peatonalizaciones, el carril bici o la apertura parcial del puerto interior. También quieren ver brotes verdes en los planes de interconexión entre distintos barrios, de distinta identidad, que plantea un reto a la hora de pensar en una imagen uniforme de la ciudad. Para ellos, el frente marítimo de Riazor y Orzán “se está convirtiendo en un espacio para pasear, correr y andar en bici”, mientras el frente atlántico de la ciudad sigue siendo “un reto urbanístico pendiente”.
En el ecosistema de diseño de la nueva A Coruña caben gentes y propuestas como Lacón con Grelos (Antonio Noche López, 22 Baixo), un particular estudio de serigrafía y risografía en fotolitos con taller propio y espacio expositivo, que le da a A Coruña un toque de vanguardia ‘vintage’. En la misma onda emite Manchea (Touro, 16), imprenta tradicional que reivindica la tipografía móvil “como proceso lento, llamativo y artesanal”, con el libro en el centro. “Nos gustan como objeto, las texturas, la hendidura de los tipos de plomo” es la declaración de principios de sus responsables. Entre sus rarezas, ediciones exclusivas con portadas de papel hecho a mano por ellos mismos, con algodón y materia vegetal recogida en los montes de alrededor, como ‘Porca terra’, de John Berger.
Bajo este paraguas caben igualmente los pioneros Montegrappa (Orzán, 30) tienda de muebles nórdicos y estudio de interiorismo que une a artesanos de Galicia con otros de Portugal y el resto de Europa. Un rara avis que encuentra semejantes en propuestas como Varaston (Pío XII, 1), primera utilería de la ciudad. “Es una tienda de productos atemporales, donde el diseño funcional se une a la utilidad, belleza y calidad”, describe Eva, su dueña. Allí se puede encontrar desde papel de Armenia hasta mantas de lana o una sinfonía de loza en peltre. “Creemos en la historia de los objetos y en el vínculo que establecen con las personas, mejorando incluso su vida”, asegura. Un amor por el detalle que también distingue las obras de la diseñadora Carla Souto, que busca “un consumo consciente que cuente una historia en cada pieza”.
Puente invisible que lleva al taller de cerámica de Giovanna Dipalco, Pelo di cane (Travesía Mariñas, 1). Allí, conjuga sus ilustraciones de animales fantásticos, ligadas a un universo femenino, con la cerámica. Giovanna lamenta el cierre del Museo de Arte Contemporáneo e intenta, con su obra, conjugar la arquitectura y la cerámica. Unir, en definitiva, la ciudad invisible.
La artista italiana Giovanna Dopalco en Pelo di Cane Estudio, su taller en Travesía Mariñas. Allí trabaja para el cine de animación como concept artist y a la vez produce sus particulares piezas cerámicas (arriba).
En la app de dōcō, que se puede descargar en Google Play y App Store, se pueden contratar los servicios de Renfe y de Movitaxi, Reby y Karhoo, que ofrecen taxi y patinete eléctrico para complementar el viaje en tren.