Texto: Marta Sahelices
Fotos: Carlos Luján
La sombra cultural de Burgos es alargada, aún más que los pináculos de su catedral gótica, con 84 metros de altura. Y palpitante, también rumbosa. De sobra es conocido que en este territorio se encontraron pruebas del quehacer de nuestros antepasados homínidos, de nuestra cultura primitiva. Que la primera pelvis de aquel ‘homo heidelbergensis’, hoy conservada en el Museo de la Evolución Humana (MEH), adquiriera el nombre de Elvis, algo denota de la tradición musical de esta tierra y de un supuesto movimiento de caderas... Burgos tiene un amplio legado sonoro y rítmico. Hace casi un siglo que el folclorista burgalés Antonio José Martínez Palacios puso banda sonora a la Generación del 27 con sus composiciones, dejando en la región una portentosa estela recogida y reinterpretada por artistas contemporáneos, como los chicos de la banda ‘indie’ La M.O.D.A o el violinista Diego Galaz, director y creador del Festival de Intérpretes e Instrumentos Insólitos de Burgos. De aquellos objetos y repertorios vienen estas obras de arte y acordes.
¿A que suena Burgos en la actualidad? “A tradición. Aunque es una ciudad muy moderna, la música popular y tradicional tiene aún muchísimo peso”, confiesa el músico y compositor Diego Galaz, uno de los artífices del proyecto musical Fetén Fetén, que acaba de celebrar su 10º aniversario. Cercano a la raíz, a lo popular, el trabajo de este dúo burgalés bebe de esas fuentes de la música tradicional para recrearla en el siglo XXI. “Nos gusta mucho llevar los ritmos populares a nuestros instrumentos y, sobre esto, añadir arreglos, crear nuevas composiciones y sumar a músicos que admiramos”, confirma Jorge Arribas, quien, en su día, acompañó con sus instrumentos a bandas referentes de la música folk y rock, como La Musgaña y Celtas Cortos, y ahora, con Fetén Fetén, hace lo propio junto a Bunbury, Fito & Fitipaldis o Rozalén. Colaboraciones que podemos escuchar en su último álbum, ‘Cantables II’.
Fiel a sus orígenes burgaleses es también el septeto acústico con influencias folk La Maravillosa Orquesta del Alcohol, más conocido por sus siglas: La M.O.D.A. Cuando su vocalista, David Ruiz, es interrogado por la manera en que ha sido inspirado por la ciudad, la respuesta es más que clara: “De todas las formas posibles”. De hecho, el último álbum de la banda, ‘Nuevo Cancionero Burgalés’, es un tributo a la cultura tradicional y el folclore autóctono: “Es un disco basado en las letras que se cantaban en nuestra tierra hace más de 100 años. Hemos ido escogiendo verso a verso de entre dos libros que recogían el cancionero burgalés: el cancionero de Federico Olmeda y el de Antonio José”.
El dúo musical de raíces folclóricas Fetén Fetén, Jorge Arribas y Diego Galán.
Los miembros de la banda burgalesa La M.O.D.A., tradición y cancionero local.
La música parece estar más viva que nunca en la ciudad, pero siempre ha latido. De eso se han encargado locales míticos como el Patillas (Calera, 6), tablao flamenco que acaba de reabrir sus puertas con el mismo jolgorio y espíritu original. O la Sala La Rúa (Avda. Reyes Católicos, 26), en la que su propietario, José Sancho, ‘Jacho’, lleva un cuarto de siglo diseñando una programación musical de lo más variada: urbano, rap, rock & roll… “Hay un hervidero de grupos en la ciudad”, advierte este antiguo pinchadiscos que celebra cada año, desde hace ocho, en este espacio polivalente un concurso para bandas locales. “Está muy consolidado porque el premio es muy goloso. Además del económico, el ganador toca en las fiestas de Burgos y en el Sonorama”.
Otros lugares en los que escuchar conciertos acústicos o ‘jazz sessions’ son La Chistera Café (La Puebla, 15) y Siesta Brewing Co. (Alfoz de Bricia, 14, naves 11 y 12). En el primero puede ocurrir cualquiera cosa, como que aparezca el saxofonista, flautista, tenor y soprano Jorge Pardo y se ponga a tocar. “Estuvo con Paco de Lucía y es uno de los mejores músicos de jazz del mundo”, relata Rufo, dueño y antiguo programador musical. Y en el segundo, una moderna fábrica de cerveza artesanal, también: “El grupo jamaicano Skatalites, que ha tocado con Bob Marley, llegó directamente desde la sala Bataclan de París para tocar aquí, en nuestra sala”, comenta orgulloso Santi, al frente de este proyecto.
Ejemplo de aprovechamiento es la sala Andén 56 (Pedro y San Felices, 56), en el depósito de locomotoras de la antigua estación, que este año acogerá actuaciones de las veteranas bandas de ‘thrash metal’ Testament y Exodus (30 de julio) o de Lee Rocker, exmiembro de Stray Cats (21 de octubre).
La sala Rúa, repleta de memorabilia de todos los lugares del mundo.
Sala Andén 56, en el depósito de locomotoras de la antigua Estación de Ferrocarril.
Siesta Brewing Co. es la compañía de cerveza artesanal de Santi Sánchez, otro lugar clave en la vida nocturna local.
Diseñado por el arquitecto Juan Navarro Baldeweg, el Museo de la Evolución Humana fue concebido para dar cabida a los hallazgos paleontológicos y arqueológicos de Atapuerca, declarados en el año 2000 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Consagrado a la ciencia, su programación cultural es también loable. Desde 2015 ofrece ciclos de conciertos acústicos por los que han pasado Sidonie, Depedro o Sidecars. Este verano, lo mismo encontramos una ‘Conversación entre un paleontólogo y un tipo que susurra a las morcillas’ (15 de julio) que una actuación de Santero y Los Muchachos (14 de julio).
La difusión y el apoyo de expresiones culturales modernas son el objetivo del Centro de Arte Contemporáneo de Burgos (CAB). “Se articula mediante la exposición temporal de sus fondos, así como a través de exposiciones temporales de artistas que dan a conocer las tendencias mundiales”, explica su gerente, Cristina García Llorente, quien ve en el dinamismo de los talleres su sello de identidad. En el centro, que depende de la Fundación Caja de Burgos, hay actividades para todos, desde ‘lettering’, el arte de dibujar letras (para niños entre 9 y 14 años), hasta meditación en “círculos de silencio” frente a las obras de arte. Este verano se exponen los ‘Restos de un naufragio’ de Félix de la Concha y los ‘Hallazgos arqueológicos no identificados’, de Ernesto Cánovas. Pero pronto (el 25 de septiembre) cambiarán, porque en el CAB, y en Burgos, la cultura es tan profunda como inquieta.
Interior del Museo de la Evolución Humana, cuya dirección científica corre a cargo del paleontólogo Juan Luis Arsuaga, premio Príncipe de Asturias.
Si hay un restaurante de visita obligada en Burgos, ese es Blue Gallery. Recogido en tamaño pero grandioso en matices, en él Saúl Gómez, ‘Joven valor de la cocina’ por la Federación de Hostelería de Burgos, da rienda suelta a su imaginación con honestidad, maestría y producto de temporada.
P.º Comuneros de Castilla, 19.
Desde el 1 de julio lleva abierto Cobo Evolución, restaurante gastronómico de Miguel Cobo que compartirá espacio con el más relajado Cobo Tradición, ambos englobados en Cobo Estratos. Ya se puede probar su menú basado en seis etapas de la evolución: África, Atapuerca, Altamira, Neolítico, Roma y el Mestizaje.
Plaza de la Libertad, 9.
Ya no es ningún secreto que este restaurante gastronómico es perfecto para saciar las ansias de platos creativos –como las mollejas de lechazo con berenjena ahumada, migas de pimentón y mojo rojo– y arroces a la llauna, esa lata de hojalata que antes utilizaban los campesinos y ahora han recuperado los cocineros más inteligentes.
Plaza de los Vadillos, 5.
En este local histórico, la morcilla de Burgos y los guisantes lágrima se hacen a la brasa, y ya solo por ese motivo merece un lugar en esta lista.
Pero es que, además, hay toda una barra repleta de pinchos y una parrilla siempre lista para preparar carnes y pescados de primera.
Avellanos, 8.