Texto: Pacho G. Castilla
Fotos: Juan Pelegrín
La ciudad de Lyon vive literalmente “encajada” entre dos lomas. Una –‘la colline qui prie’ (la colina que reza)– alberga el barrio de Fourvière y contempla el Vieux Lyon, el distrito que define el alma entre medieval y renacentista –y, sobre todo, burguesa– de la ciudad. Otra, la Croix Rousse –‘la colline qui travaille’ (la colina que trabaja)–, donde, dicen, Lyon se hizo rica, ya que aquí se situaban los telares de seda y vivían los obreros –‘canuts’– que durante el XIX hicieron florecer la ciudad. Subir a alguna de sus cimas ofrece una perspectiva única de la auténtica dimensión de la capital de la seda (y la gastronomía, claro), pero también revela algunas de sus barreras. Y es que cuando se planteó la necesidad de que Lyon pudiera crecer, había que esquivar aquellas colinas.
Cada ladera de esos muros, eso sí, “pisa” alguno de los dos ríos que en Lyon convergen: el inquieto Ródano (Rhône) y uno de sus afluentes, el parsimonioso Saona (Saône). Ambos caudales perfilan la ‘Presqu’île’ (península) – el centro neurálgico de Lyon–, que, a modo de lengua, define el trazado de la ciudad y también su cadencia (no hay más que ver la cantidad de jóvenes que se sientan, con los pies colgando, todas las tardes a orillas del Ródano). Al sur de esa península, justo donde se funden ambas corrientes –que “abrazan la ciudad blanca como si fuese un tesoro, para nunca más soltarla”, como ya dijo el escritor Joseph Roth–, se encontraba un terreno que, en su momento, Lyon “había olvidado”, apartando allí aquello que la gente no quiere tener cerca. “Todo lo que no queríamos en el centro, lo pusimos en el límite de la ciudad”, afirma el arquitecto Thierry Roche, promotor de Zadiga Cité (10 Rue Vuillerme), estudio-laboratorio que promueve la transformación urbana. Curiosamente, este lugar se ha convertido en el sitio donde, hoy por hoy, todo el mundo quiere ir: el barrio de Confluence.
“Este distrito, junto a la antigua zona portuaria, era muy industrial. Había mucha prostitución y resultaba muy peligroso acercarse hasta aquí”. Así describe el pasado de este lugar Julien Roche, responsable de comunicación de Arty Farty, asociación que concibe proyectos culturales diversos e inclusivos. Hace cuatro años pusieron en marcha una de sus ideas junto al Ródano, en una antigua fábrica de calderas de siglo XIX de Confluence: Heat (70 quai Perrache) un ‘food-hall’ que durante todo el año se convierte en escenario de una intensa programación artística, cultural y gastronómica. “Un lugar para gente de mentalidad muy abierta, ya que todo el mundo puede venir aquí y ser y sentirse libre”, precisa Roche. Tan solo tienen que recorrer 15 minutos caminando desde la parada del tranvía, aunque la afluencia de gente garantiza que no supone impedimento alguno.
Le Temple du Change, situado en Le Vieux Lyon (Place du Change), un edificio que en el XVII acogía la bolsa de valores y que en el XIX se transformó en templo.
Junto al Saona, se encuentra aquí otro de los ‘hot spots’ del barrio… y de Lyon: Le Sucre (50 Quai Rambaud), imprescindible para palpar la escena musical de la ciudad. “Uno de los locales nocturnos más populares de Lyon”, describe el chef Gaetan Gentil, quien en otoño trasladará su restaurante PRaiRial, que logró una estrella Michelin, hasta la Place Hubert Mounier en Confluence, “un lugar más propicio para nuestras pretensiones, ya que es uno de los distritos más ambiciosos de Europa”, precisa.
Le Sucre se encuentra situado en la azotea de La Sucrière (48 Quai Rambaud), antigua azucarera de 1930 –con sus correspondientes silos– que, tras pasar al olvido en 1990, y tras la intervención en 2003 del arquitecto William Vassal, es ahora un espacioso lugar de eventos y exposiciones y, desde 2007, una de las sedes de la Bienal de Arte Contemporáneo de Lyon. Un edificio que confirma que este distrito es una maravillosa mezcla de cultura, entretenimiento, experimentación, emprendimiento… y arquitectura (de otros tiempos, de ahora... y de todo lo que esté por venir).
La Sucrière, antigua azucarera de Confluence reconvertida en sala de exposiciones y eventos.
Le Cube Orange un icónico edificio proyectado por los arquitectos franceses Dominique Jakob y Brendan MacFarlane.
Obra de los arquitectos Jakob+ MacFarlane, este edificio de color verde ácido ubicado en el Quai Rambaud es sede del canal Euronews.
Ycone, la torre residencial concebida por Jean Nouvel que define el skyline del barrio de Confluence.
No es el único edificio con pasado industrial que ha encontrado nuevo uso junto a Port Rambaud, el que fuera puerto fluvial de Lyon. La antigua capitanía del puerto; el edificio de la Aduana; les Halles des Salins du Midi (hoy, restaurante)… fueron excusas suficientes para que, junto a ellos y en las orillas del río Saona, salpicadas de barcos a modo de viviendas o turísticos, no pocos arquitectos pusieran a prueba su capacidad de intervenir el paisaje. Construcciones, ya emblemáticas, como Le Cube Orange, apodado ‘mimolette’, uno de los quesos franceses más exclusivos, debido a su color. Este edificio octogonal de los arquitectos franceses Dominique Jakob y Brendan MacFarlane ya es un icono del distrito, como también lo es su hermano, ‘Le cube vert’, sede del canal de noticias Euronews, concebido por los mismos arquitectos.
El arquitecto Jean Nouvel lo tenía claro. “Confluence se convertirá en un lugar histórico”. Y no solo por esos icónicos cubos a modo de construcciones Lego. El propio Nouvel también levantó aquí, en 2019, Ycone, una torre residencial de 62 metros de altura. Y su nombre se une otros que han dejado aquí también su huella, como el estudio de arquitectura austríaca Coop Himmelbau, que concibió el Musée des Confluences (86 quai Perrache), Massimiliano Fuksas, que diseñó unas viviendas que recuerdan a los contenedores portuarios, Jean-Paul Viguie, que concibió el centro comercial Confluence (12 Cr Charlemagne), tan sostenible que ni necesita aire acondicionado, MVRDV y su edificio energéticamente eficiente, Le Monolithe.
La terraza de Le Perko, en Place du Griffon, puerta de entrada a la Croix Rousse.
Seguramente muchos más llegarán, porque, como señala el chef Gaetan Gentil “el distrito aún está en construcción”. Y para implementarlo ‘in situ’, a través de Zadiga Cité, el propio estudio de arquitectura y urbanismo de Thierry Roche, Atelier Roche, trabaja con la agencia de comunicación Esprit des Sens. Su directora de Desarrollo, Marie-Anne Momein, confirma que Confluence es “el centro de las transformaciones urbanas que imaginarán una nueva forma de vivir”. Y es que “la ciudad del mañana ya se anticipa aquí”.
Con edificios que generan energía positiva (producen más de la que consumen), y con propuestas urbanas que también “medirán cada año el índice emocional para asegurarnos de que quienes viven, trabajan o visitan Confluence se siente bien en el barrio”, señala Momein. Buena onda urbanística... y vital en un barrio de trazado complicado, que ha tenido que sortear –con sorprendente acierto– ríos, puentes, autopistas, líneas de tranvía... Aunque Lyon está acostumbrada a encontrarse en ese trazado laberíntico que se desenvuelve también entre sus calles, entre escaleras que trepar para alcanzar sus colinas o en alguno de esos ‘traboules’ (pasadizos secretos) que inundan la ciudad y que permitían a los lioneses ir rápidamente de una calle a otra y poder así esquivar los muros que la naturaleza impuso.
Vincent Bou, en la puerta de The Royal Racet (48 rue Mercière).
Elsa Villoquet, de La chambraux aux confitures, en 34 rue Grenette.
El chef Gaetan Gentil trasladará este otoño su restaurante PRaiRial al barrio de Confluence.
François Léroux , propietario de Cave Charlemagne, uno de los escasos pequeños comercios locales de Confluence.
Julien Roche, uno de los responsables de Heat, el lugar más desinhibido de Confluence.
Marie-Anne Momein y Thierry Roche responsables del laboratorio de transformación urbana Zadiga Cité.