Figueres-Cadaqués-Púbol, los tres vértices del ‘Enigma Dalí’  

CREÓ UN MUNDO FASCINANTE, UN UNIVERSO ONÍRICO Y ALUCINANTE QUE, COMO SU VIDA, TRANSITÓ ENTRE LA REALIDAD Y LA FICCIÓN Y QUE SE SUSTENTÓ EN TRES PUNTOS DE LA GEOGRAFÍA DE GIRONA, TRES PUNTALES DE UN TRIÁNGULO QUE ENCIERRAN, QUIZÁ, UN SECRETO: FIGUERES, PORTLLIGAT-CADAQUÉS Y PÚBOL.

Texto: Frederic Puigdevall

‘La reina Esther, sobre un coche’. Escultura en bronce, de 1973, sobre el Cadillac en el que viajó Dalí cuando inauguró su Teatro-Museo.

FIGUERES, DONDE TODO EMPEZÓ

Es el lugar donde nació y murió un artista, desde donde asombró al mundo y cuya obra, 32 años después de que falleciera, sigue causando sorpresa, admiración y hasta perplejidad, cuando no estupor. Figueres es el primero de los lugares de Girona profundamente marcados por la arrebatadora personalidad de Dalí, una ciudad que es parte de un mundo cuya luz, al igual que su arquitectura, sus leyendas y tradiciones, la gastronomía o las costumbres de sus habitantes, acompañaron al artista durante toda su vida.

El pintor, hijo de la burguesía local –su padre era notario–, visitó muy pronto las tierras del Cabo de Creus, a las que este le llevaba con frecuencia cuando era niño

Como ocurriría con las calles y rincones de su localidad natal, aquellos parajes rocosos, esculpidos por el mar y el viento, le impresionaron tan vivamente que, con el tiempo, se convertirían en lugares y motivos recurrentes en su obra. El mismo Dalí, en un texto autobiográfico redactado en 1973 con André Parinaud, lo describe así: “Solo necesito cerrar los ojos para revivir, intactos, aquellos paisajes, aquellas imágenes, y entonces establezco el más extraño de los diálogos conmigo mismo.

Todas las rocas, todas las colinas del Cabo de Creus, están en una metamorfosis permanente. […] La tramontana, en este cabo dedicado a Afrodita por los antiguos, ha esculpido las figuras de ensueño como yo modelo los personajes en el teatro de mi vida”.

 

 

Un teatro que alberga una vida

Hay quien sostiene que Salvador Dalí hizo de su paso por el mundo una gran obra teatral, y es posible que así fuera. Siempre hubo, en su vida, en sus trabajos, algo de paradójico, igual que el hecho de que sea precisamente un teatro el edificio que, convertido en museo, reúne la mayor colección de obras del artista, muchas de ellas realizadas por Dalí con la intención expresa de que fueran expuestas en él. El Teatro-Museo Dalí, al que se podría considerar la mayor de sus obras surrealistas, se inauguró como tal en 1974. Está en pleno centro de la ciudad, y destaca entre los edificios de Figueres por su gran cúpula geodésica, los elementos en su exterior y la alucinante composición y adornos de su fachada. Además de ser el más concurrido de Cataluña, es uno de los más visitados de todo el territorio español.

 

Monumento a Francesc Pujols, filósofo y amigo de Dalí, frente a la fachada del Teatro-Museo.

Dalí también como referente gastronómico

Es cierto que el pintor y su obra lo son casi todo en esta ciudad, en la que su nombre todavía sobrevuela los tejados, se pasea por calles y plazas y entra y sale cada día, con toda la naturalidad del mundo, de comercios y restaurantes. Es el caso del Hotel Empordá y de su restaurante El Motel –en la avenida Salvador Dalí–, que desde su inauguración en el año 1961 mantiene un alto nivel de calidad, lo que lo ha convertido en uno de los referentes gastronómicos de Figueres.

Su propietario, director y también cocinero, Jaume Subirós, para quien el secreto del éxito de su local es que no haya ningún secreto, trató muy de cerca a Salvador Dalí en los últimos años de su vida, y no duda en absoluto al formular un menú que agradara al artista: “Si al día de hoy se presentara de improviso en mi restaurante le prepararía una ‘vichyssoisse’, una tortilla de gambas de Roses y un sorbete de menta fresca”..

Y es que Dalí inspira la creatividad de chefs y cocineros, como también ocurre con Aniol Pararols, jefe de cocina del restaurante Bocam, creador de postres como el ‘Huevo de Dalí’, relleno de mouse de fruta de la pasión, o los Labios de Gala, que acompaña con sorbete de cerezas: “Estoy seguro –afirma orgulloso– de que Dalí apreciaría el punto innovador de nuestros platos y postres”.

Una creación "daliniana" del restaurante Compartir.

 

PORTLLIGAT-CADAQUÉS, EL DESCANSO DEL ARTISTA

Este año se cumplen 90 años desde que Dalí pintara una de sus primeras obras surrealistas, ‘La persistencia de la memoria’, un cuadro pequeño, apenas del tamaño de un folio, que el pintor presentó en 1931 en su primera exposición individual en la galería Pierre Colle, de París. La obra, también conocida como ‘Los relojes blandos’, quizás constituya una de las más personales expresiones de Dalí, que juega en ella con el espacio-tiempo, pero también con uno de sus más íntimos paisajes, que reproduce en el cuadro: uno de los cabos de la escarpada costa del Cabo de Creus, quizás de la isla de Portlligat, frente al lugar que se convertiría en su única residencia estable, la actual Casa-Museo del mismo nombre, muy cerca de Cadaqués, donde había nacido su padre.

La Casa-museo de Dalí en Portlligat vivió una continua mutación mientras el artista vivía allí. Su icónica escultura-huevo es visible desde la costa.

Una fuente dedicada a Richard Wagner, en el jardín del Castillo de Púbol.

La voz secreta de la intimidad

“Para escuchar mi voz secreta –escribió Dalí en 1973–, primero tiene que haberse escuchado durante mucho tiempo el canto del viento en la punta de las rocas pirenaicas. […] Este cabo, extremidad de Cataluña, es uno de los lugares sublimes donde alienta el espíritu sagrado”. Allí, lo que en 1930 era una pequeña barraca de pescadores, se convertiría con los años en su espacio más personal. Jordi Artigas, coordinador de las Casas-museo de Dalí desde 1996, considera el lugar uno de los rincones más singulares del Mediterráneo: “La Casa-Museo es el lugar donde Dalí vivió y trabajó hasta 1982, ¡el taller de su vida! Pero también es la casa diseñada por el artista, un lugar que fue creciendo y cambiando, lo que la convierte en una pieza arquitectónica única, de estructura laberíntica y estética mediterránea, que permite vivir en primera persona la evolución del artista y su personalidad. Cada uno de los objetos que contiene, pinceles, paletas, prototipos, modelos, libros, mobiliario, recuerdos… nos habla de cómo vivía, cómo trabajaba, cómo interactuaba con el mundo y en qué se inspiraba. Es el único espacio daliniano entre el mar, el cielo, los olivos, los bancales de piedra seca, las rocas multiformes y, como dice el propio Dalí, la “luz de la eternidad”.

Una luz que sigue motivando a artistas y creadores, que continúan haciendo de Cadaqués y su entorno un lugar tocado por la magia. Así lo creen Oriol Castro, Mateu Casañas y Eduard Xatruch, tres chefs que se conocieron hace veinte años en la cocina de elBulli y que en 2012 se asociaron para abrir en la localidad el restaurante Compartir. Tienen claro qué postre prepararían para Dalí: su ‘Omelette surprise’ con piña, sorbete de mango y una espuma fría de coco.

PÚBOL, EL DESCANSO DE GALA

El tercero de los vértices del triángulo daliniano es un castillo gótico-renacentista que en el siglo XIV fue sede de la baronía de Púbol, en el Baix Empordà, y que Dalí adquirió, casi en ruinas, y regaló en 1970 a quien fue su musa y compañera durante 51 años: Helena Dmitrievna Diakonova, Gala. Ambos se conocieron en 1929, durante un viaje de ella a Cadaqués, que ésta visitó acompañada del pintor Magritte y de su esposa, y aunque entonces ella estaba casada con el poeta francés Paul Éluard, desde aquel momento ya no se separaría de Dalí. Ambos se unieron en matrimonio en 1958 en el Santuario dels Àngels, muy cerca de Púbol, cuyo castillo restauró y consolidó Dalí con la intención de crear en él un lugar secreto, muy personal, cerrado, misterioso. Un lugar, en palabras de Jordi Artigas, que Dalí “rehabilita y reinterpreta con la idea de transformarlo en un refugio para su dama y musa, un refugio que es un canto en homenaje a su amada, porque la idea del amor cortés está, en cierto modo, presente en su remodelación”.

Dalí se implicó a fondo en su decoración, cuyos elementos son, en su mayoría, referencias a Gala. Diseñó sus dos chimeneas; colocó una G sobre las puertas y pintó para su interior varias obras de gran interés: un gran óleo, ‘El camino de Púbol’, y el techo del llamado Salón de los Escudos, donde también diseñó un trono para su amada. “Me he contentado en decorar los techos para que cuando Gala levante los ojos, me vea siempre en su cielo”, explicó el pintor. Púbol fue el último gran regalo que hizo a su compañera, que murió en 1982 y está enterrada en lo que fue la vieja bodega del castillo. Dalí, a quien aquel mismo año se concedió el título de Marqués de Dalí y Púbol, lo habitó hasta 1984. En 1996 se abrió al público, para cerrar ese surrealista triángulo en Girona.
 

Uno de los laterales del castillo de Púbol, que Dalí adquirió casi en ruinas e hizo restaurar.

Un trono para Gala, diseñado por Dalí, en el llamado Salón de los Escudos del castillo en Púbol.

 

PARÍS RETOMA A DALÍ

Asistir a la exposición ‘Dalí, el enigma sin fin’, dirigida por Gianfranco Iannuzzi en el Atelier des Lumières de París (hasta el 22 de enero de 2022), es iniciar un fantástico viaje, vivir una inmersión en la obra del genio de Figueres como nunca antes se había experimentado. Mientras suenan los temas de míticos álbumes de Pink Floyd como ‘The Dark Side of the Moon’ y ‘The Wall’, se proyectan en el suelo, el techo y las paredes de diez metros de altura algunas de sus obras más emblemáticas. ‘La persistencia de la memoria’, ‘Leda atómica’, ‘Piedad’, ‘Retrato de Mae West como un apartamento surrealista’ o ‘La tentación de San Antonio’, entre otros cuadros, se expanden por todo el recinto, al igual que los detalles de sus pinceladas, colores, y elementos de sus obras, que adquieren aquí una nueva dimensión.

Durante cuarenta minutos, el visitante se rodea de una atmósfera casi hipnótica. Los cambios en las proyecciones, los efectos ópticos, los diferentes ángulos y perspectivas, le sumergen por completo en una experiencia única: compartir con los sentidos el onírico universo daliniano.
 

Detalle de la exposición 'Dalí, el enigma sin fin', que se muestra en el Atelier des Lumieres.

Desde Barcelona se llega en 55 minutos a la estación de Figueres-Vilafant en cualquiera de los 11 trenes Ave que circulan a diario por sentido, o los 15 trenes del servicio Avant. Desde Madrid, el tiempo de viaje es de tres horas y 40 min. en más de 10 trenes Ave diarios Para viajar al mejor precio Figueres también cuenta con trenes Avlo a Madrid, Zaragoza, Barcelona y más destinos.