Gijón,
la vida es
una playa

 

Dani Aznar, maestro de surfistas y director de Skool Surf.



San Lorenzo es una suerte de foro abierto formado por arena y mar en torno al que gravita la actividad de la ciudad asturiana. Integrada en su tejido urbano, aquí converge un incesante mosaico de locales y visitantes.

Texto: Javier Sánchez
Fotos: Javi Sánchez de la Viña

A mediados del siglo XIX las gentes de Gijón y la playa de San Lorenzo no se llevaban demasiado bien. La fuerza de mareas y vientos hacía que la ciudad viviera de espaldas a ella. Corría incluso la leyenda de que en ella habitaba un cuélebre, una especie de dragón mitológico asturiano. El paso de los años y la acción del hombre la fue domesticando. Hasta hoy, aunque sigue teniendo su carácter y ejerciendo de centro neurálgico polo de atracción sobre los gijoneses y especialmente sobre los ‘playus’, oriundos de Cimadevilla y capaces de bañarse hasta en enero, desafiando al frío del Cantábrico. Más de 1.500 metros de longitud y 16 escaleras que cruzan desde la iglesia de San Pedro hasta el ‘tostaderu’, que se mezcla con la desembocadura del río Piles. Esos son los poderes de una playa urbana como pocas, icónica por sus casetas de colores y su aún más colorido muro, donde se cruzan locales y turistas en un paseo con el olor a salitre que trae la brisa salada y pertinaz del Cantábrico.

 

Las chaponas, emblemáticas esculturas situadas en en el paseo del Muro de San Lorenzo.

La iglesia de San Pedro se erige como la casilla de salida de un paseo por la playa de San Lorenzo, perpetuamente animada, sea cual sea la época del año, con bañistas que no faltan a su chapuzón diario.

Comerse (y beberse) el Cantábrico

La chef Lara Roguez, quien pone el Cantábrico en el plato en Abarike.

 

¿De qué color es el mar de San Lorenzo? Para Borja Cortina (Gijón, 1978) resulta difícil saberlo. “Depende de cómo incida la luz, puede ser turquesa, azul oscuro, negro…”. Tiene la suerte de verlo a diario desde la ubicación privilegiada de Varsovia (Cabrales, 18), la coctelería que abrió en el año 2011 en un edificio icónico frente a la escalera 3. “Aquí hubo un club nocturno que fue muy popular en los 90 y los primeros dos mil. No podía creer que el local estuviera cerrado”. Admite que “el 50% de Varsovia son las vistas” y no oculta que la playa le ha servido de inspiración en cócteles como un Gin Fizz con agua de mar en su composición o un combinado que presentaba en un vaso hecho por una artesana que remedaba una de las casetas de la playa.

 

Los recuerdos de infancia entretejen la historia de la chef Lara Roguez (Gijón, 1984), que abrió su restaurante Abarike (Melquiades Álvarez, 3) hace dos años. “Solía acompañar a mi padre a pescar a la zona de la iglesia de San Pedro”, rememora Roguez, que bautizó su primer negocio en solitario con el nombre de “la red con la que los marineros solían capturar la sardina, un artilugio hoy ya en desuso”. A tan solo 100 metros de la orilla de San Lorenzo, Roguez ofrece cocina marina y sostenible, a partir de materia prima pescada únicamente en el Cantábrico y aledaños. Entre sus ‘hits’, una gilda desestructurada para comer con cuchara y mucho producto de temporada. En verano no se cansa de recomendar las ostras asturianas –“vendemos más de 200 a la semana”– y el bonito (estrella local) que siempre convence, da igual cómo se cocine.

 

Borja Cortina, alma mater de la coctelería Varsovia, una de las más prestigiosas de España.

Mar bravo; mar en calma

 

Nacho Dopico y Lucía García, la pareja al frente de Une Yoga.

 

La playa como escenario para el deporte activo pero también para la práctica del yoga. Nacho Dopico y Lucía García se trasladaron desde Barcelona a Gijón para abrir su estudio Une Yoga (Jacobo Olañeta, 5), a solo unos metros de San Lorenzo. “Hemos dado clases en terrazas de hoteles y edificios mirando al mar, pero también sobre la propia arena. Hacerlo allí, en plena naturaleza, junto al mar te conecta de una manera muy bestia con la naturaleza”, explican.

 

Pero probablemente una de las personas que más tiempo pasa en San Lorenzo es Dani Aznar (Gijón, 1986), que regenta Skool Surf (Avenida de Rufo García Rendueles, 15). “Me crié aquí, empecé de pequeño con un ‘body board’ y mis padres me compraron una tabla de surf. San Lorenzo es una playa fabulosa para iniciarse, te permite progresar muy rápido porque hay zonas de olas pequeñas y grandes”. ¿Su favorita? “Las que se forman entre las escaleras 11 y 12”, afirma, mientras da indicaciones a un alumno que rebasa los 40. “Nunca es tarde para iniciarse si te pica el gusanillo”. Ojo porque engancha, y para quien quiera seguir por su cuenta no es mala idea hacerse con un souvenir perfecto en Tablas Surf Shop (Paseo del Muro, 4), con un nombre que la delata.

 

Jaime Fernández, segunda generación de Tablas Surf Shop Gijón, una tienda que lleva equipando a los surfistas de la playa gijonesa desde 1979.

San Lorenzo es paisaje de arena y mar pero también paisaje humano: no se entiende el arenal gijonés sin el equipo de salvamento -siempre uniformado de rojo-. Carlos Rubio (Gijón, 1987) y Marta Trabanco (Gijón, 1992) forman parte de ese equipo “siempre alerta”: los guardianes de San Lorenzo. “Si hay un momento gratificante en este trabajo es cuando entras en el agua con la moto y los niños se te quedan mirando… Te ven como alguien en quien confiar y eso te llena”, explica Rubio. Ellos velan por la tranquilidad del baño en un Cantábrico antaño rugiente y hoy domesticado, pero que mantiene un carácter y un encanto únicos.

 

Carlos Rubio y Marta Trabanco, que forman parte el equipo de salvamento de la playa.

Las fotogénicas casetas, que cada temporada se alquilan a los bañistas.

Recorrido cultural

Termas romanas de Campo Valdés

Del baño en el mar al baño público (en época romana). Situado al inicio de la playa, supone una inmersión en el pasado de la ciudad. La visita discurre entre restos de los materiales constructivos, reliquias del primitivo sistema de calefacción y vestigios recuperados de cerámicas o de vidrios. La entrada es gratuita.

Campo Valdés, s/n.

 

Sombras de luz

Para quien no desee bajarse (aún) a la arena, el paseo del muro ofrece atractivos en forma de esculturas al aire libre, como esta obra de Fernando Alba Álvarez, conocida como ‘Las chaponas’, sarcástico sobrenombre local, que se emplaza entre las escaleras 18 y 19.

Avd. José García Bernardo, 10.

La madre del emigrante

Rebautizada como la ‘lloca’ (loca), es una estremecedora escultura de bronce de cuatro metros que retrata a una madre despidiendo a sus hijos, embarcados, con la mano extendida. La firma es del artista Ramón Muriedas.

Paseo del Muro de San Lorenzo, s/n.

Renfe ofrece cada día cinco trenes de Alta Velocidad que conectan Gijón con Madrid y otras provincias como León, Valladolid y Palencia. A la ciudad asturiana se puede viajar en trenes de Renfe directos desde Alicante y Castellón, y desde las paradas intermedias de Albacete y Cuenca. Durante todo el verano, Renfe ofrece además los Trenes Playeros para pasar el día en el mar viajando desde León.

 

La circulación diaria de todos los trenes de Renfe evita al año la emisión de 5,7 millones de toneladas de CO2 y supone un ahorro energético equivalente a cerca de 1,3 millones de toneladas equivalentes de petróleo.