Una dosis de
vértigo al sur
de Francia

 

Vestigios medievales trufados con leyendas. Viñedos interminables fundidos con valles verdes. La Ruta de los Cátaros invita a recorrer un territorio sin filtros, siguiendo el hilo de fortificaciones que ponen a prueba el sentido del equilibrio.

Texto: Pacho G. Castilla

A 728 metros de altitud sobresale el Château de Quéribus, fortaleza medieval situada cerca de Cucugnan y una de las “ciudadelas vertiginosas” de esta ruta.

Las paredes calcáreas de las gargantas de Galamus, cerca de Saint- Paul-de-Fenouille, invitan a la práctica del barranquismo entre abril y septiembre.

Una producción cinematográfica épica que en la gran pantalla podría firmar el mismísimo Ridley Scott donde no faltan herejes ni sacrificios en la hoguera. Una aventura histórica, misteriosa, en busca del Santo Grial propia de una escritora superventas como Kate Mosse. La letra de una melodía satánica que, perfectamente, cantaría Iron Maiden. Sí, la ruta de aquellos cátaros, de aquellos ‘bons hommes et bonnes femmes’ que, entre los siglos X y XIII, se enfrentaron a la Iglesia católica al reclamo una vida desprendida de bienes materiales, tiene mucho de leyenda. Tanto que ha fascinado a famosos como los antes mencionados y a muchísimos más creadores. Además, se desenvuelve en un vasto territorio donde convergen paisajes de infarto y una veintena de vestigios medievales (castillos, abadías, ciudades...), testigos de “una historia de resistencia, tolerancia, conquista y rebelión”, como señala Caroline Combis, portavoz de la Agence de Développement Touristique de l’Aude.

 

El inexpugnable Château de Peyrepertuse, una de las fortificaciones, junto a Puylaurens, Aguilar, Quéribus y Termes conocidas como Los 5 hijos de Carcasona, ya que se usaron como defensa del Reino de Aragón.

Mazmorras del Château de Puivert, o de los Trovadores, ya que en él, en los siglos XII y XIII, se reunían estos poetas. Aquí se han filmado escenas de La novena puerta, de Roman Polanski, y La pasión de Béatrice, de Bertrand Tavernier.

Desde las playas de la estación balnearia de Port-la-Nouvelle hasta Foix, a los pies de Pirineos, y atravesando las llanuras del Aude y los valles del Ariège, el conocido como ‘Sentier Cathare’ –“una de las rutas de senderismo más emblemáticas de los Pirineos”, precisa Combis– permite descubrir las ‘Citadelles du Vertige’ (ciudadelas del vértigo). Así definía Michel Roquebert, uno de los mayores especialistas del catarismo, a los castillos donde se refugiaron los cátaros, y desde los que se percibe esa sensación de pérdida del equilibrio que condensa el experto, sobre todo, en los Châteaux de Quéribus y Peyrepertuse.

 

El Châteu de Termes está ubicado en una accesible ladera junto al pintoresco pueblo del mismo nombre y ofrece unas increíbles vistas a las gargantas de Termenet.

El Château d’Aguilar, junto a los históricos viñedos de Haut-Fitou, domina la llanura de Tauch.

EL ROBO DEL SANTO GRIAL

Un recorrido, salpicado de historia y paisajes mediterráneos, en el que toparse con los viñedos de una región única, como Corbières, o simas gigantes, como las que perfilan las aguas del Agly. Con parada imprescindible en Lastours, para contemplar sus cuatro castillos cátaros, antes de trasladarse a Carcasona, la capital del País Cátaro. Esta ciudad medieval –que “ha inspirado mi vida como escritora durante casi un cuarto de siglo”, admitía Kate Mosse, parece sacada de un cuento de hadas. Aquí vivía Hugues des Arcis, senescal del rey de Francia. Dicen que él ordenó el asedio al Châteaux de Montségur, donde murieron 200 cátaros en la hoguera (‘At the gates and the walls of Montségur/Blood on the stones of the citadel’, cantaba Iron Maiden). Según la leyenda, tras la caída, algunos ‘bons hommes’ lograron huir con el tesoro: el Santo Grial.
 

Château de Peyrepertuse, referente de la arquitectura militar occitana.

Detalle de un capitel del Château de Puivert que representa a un trovador tocando la lira.

Paradas fortuitas

Marché de Revel

Cada sábado por la mañana, en un entorno medieval y desde hace seis siglos, tiene lugar uno de los mercados más bonitos y más grandes de Francia. Situado a 45 kilómetros de Carcasona, reúne a 300 productores de la región.

Place Philippe de Valois, Revel.
 

Domaine des Cascades

En el corazón del valle de Orbieu, Sylvie y Laurent practican la agricultura ecológica en una finca de seis hectáreas donde poder alojarse o catar sus cervezas naturales o los vinos orgánicos o naturales sin sulfitos del Languedoc que elaboran.

4 Av. des Corbières, Ribaute.

Spiktri Street Art

Un universo paralelo surge a medio camino de Narbona y Carcasona, donde el artista F. Spi-K-Tri creó “un museo de surrealismo ecoindustrial”. Abierto de abril a noviembre, en esta antigua bodega se mezclan sus obras de ‘stret art’ con las de AZBA, junto a esculturas hechas con objetos reciclados.

25 Av. des Vignerons, Ferrals-les-Corbières

Gracias a los trenes AVE internacionales de Renfe es posible viajar en tren directo a Perpiñán y Narbona desde siete ciudades españolas y disfrutar del impresionante paisaje del recorrido del tren en el sur de Francia.
Perpiñán y Narbona, puerta de entrada de los servicios de Renfe en Francia, cuentan con cuatro frecuencias diarias de trenes AVE (dos por sentido) que las conectan con Barcelona (en sólo una hora y 30 minutos), Girona (50‘) y Figueres (30’). Desde Madrid, Guadalajara, Zaragoza y Tarragona, Renfe ofrece un tren AVE directo por sentido al día.

 

La circulación diaria de todos los trenes de la compañía evita al año la emisión de 4,7 millones de toneladas de CO2 y supone un ahorro energético equivalente a cerca de 1,3 millones de toneladas equivalentes de petróleo.