El mirador de Ataria, Centro de Interpretación del humedal de Salburua.
Txema García Blasco
Es tiempo de berrea y los ciervos del humedal de Salburua así lo anuncian a quienes recorren las sendas de esta joya de la corona del Anillo Verde de Vitoria-Gasteiz, a 10 minutos en bici del centro. Con un árbol por cada dos de sus 249.000 habitantes, el municipio, que este año celebra el décimo aniversario de su nombramiento como Capital Verde Europea, integra lo urbano y lo rural en una armonía poco conocida: en apenas media hora, se puede estar tomando un aperitivo en alguno de los concejos cercanos. Y si no, cualquiera tiene un parque a menos de tres minutos de su casa.
Todo comenzó en 1989, con la creación del Centro de Estudios Ambientales (CEA). En aquel entonces, el entorno de la ciudad estaba degradado y amenazado: áreas quemadas, lagunas desecadas, planes urbanísticos como un megacentro comercial o la canalización del río Zadorra. El CEA planteó un proyecto de rehabilitación de las afueras de la ciudad. Entre los montes de Vitoria al sur y el río al norte, se diseñó un anillo verde que uniera cinco parques recuperados: Armentia, Olarizu, Salburua, Zabalgana y Zadorra.
Hubo fuertes presiones económicas, pero el proyecto salió adelante con el respaldo del Ayuntamiento y de una ciudadanía concienciada con el cuidado del territorio desde siglos antes. “La razón de fondo de que esta ciudad sea ‘green’ está relacionada con la gestión del entorno geográfico desde hace, por lo menos, 200 años.
El municipio es una ciudad pequeña con 62 concejos alrededor, donde el campo se funde con la ciudad. Esos pueblos tienen un régimen económico comunal que les respalda en la conservación del territorio para fines no productivos, como la caza en su momento”, explica el periodista José Antonio Abásolo, autor de ‘Vitoria, una ciudad de caminantes’.
La sede del CEA, en el Palacio de Zulueta, situada al principio de la Senda, el paseo por antonomasia de la ciudad.
El periodista José Antonio Abásolo, autor de un libro que explica la tradición centenaria de la Capital Green en el respeto al territorio.
Interior del Centro de Interpretación del humedal de Salburua, reconocida intervención arquitectónica que se adentra en la laguna, con lo que el observador siente ser parte de ella.
El humedal de Salburua es el principal atractivo del anillo verde (33 kilómetros, 833 hectáreas en la actualidad). “Por allí pasan la mayor parte de las 221 especies de aves registradas en el municipio. Y es el lugar elegido por muchas de las 128 especies que se reproducen aquí, frente a las 112 que eran en 1995, como el ánsar común o el porrón moñudo, dos ánades de singular interés. El porrón moñudo mantiene en nuestro humedal el único punto de cría regular de España. “Esto es un indicativo de que vamos por el buen camino: tendremos nuevos inquilinos en Salburua”, explica el ornitólogo Gorka Belamendia, coordinador del Centro de Interpretación.
Los habitantes de la ciudad conocen bien sus parques, el Anillo Verde, los concejos..., dada su fama de andarines, así que están acostumbrados a vivir entre árboles. Pero a la madrileña Marta Villota, ingeniera de Montes y paisajista, esta riqueza verde le sorprendió. “Después de tantos años viviendo aquí, me sigue llamando la atención la accesibilidad que tenemos a una materia arbórea tan diversa: desde los sistemas montañeses de los Montes de Vitoria a la Sierra de Badaia, que conectan con el anillo verde que rodea la ciudad y que ofrece vegetación de humedal en Salburua, para llegar a los parques que salpican Vitoria, con el de la Florida en el centro”, comenta.
Vista aérea del parque de La Florida, de finales del XIX, que acoge cerca de un centenar de especies exóticas que llegaron de la Exposición Universal de París.
Si se le pregunta por un lugar predilecto a Villota, autora además de ‘Rutas para descubrir árboles singulares de Euskal Herria’, se va a la Senda. Este centenario paseo, creado a principios del XX, donde a los plátanos de sombra les siguen los castaños de indias, rodeado de palacios y casas nobles, nace en el parque de la Florida y acaba en la basílica de Armentia, donde conecta con el Anillo Verde. Vitoria era entonces una ciudad pequeña que no llegaba a los 20.000, cuando era conocida como la Atenas del Norte, por su nivel cultural y educativo.
En esa época, una expedición de gasteiztarras visitó la Exposición Universal de París y regresó con más de un centenar de especies (haya y nogal americanos, tulíperos cedros, secuoya…) para crear en el año 1820 a partir de un pequeño jardín el primer parque público, el de la Florida, que sigue siendo el pulmón central de la Green Capital.
Marta Villota, ingeniera de Montes y paisajista, de origen madrileño pero todavía asombrada por la riqueza árborea de la ciudad a la que llegó hace lustros.
Ya, en la segunda mitad del XX, la ciudad se multiplica por cuatro, absorbiendo varios de esos concejos. Pasa de 50.000 habitantes en 1950 a 220.000 en 2000, pero se hace con un diseño urbano que combina edificación de baja densidad con parques, jardines y zonas de servicios. “Podemos entender Vitoria como un área de oportunidades para la sostenibilidad. Es una ciudad razonablemente bien configurada. Habría que recuperar las lonjas en los barrios para viviendas, en el modo de casas-talller. Es una urbe buena para el peatón, excelente para la bici”, comenta el arquitecto Ekain Jiménez Valencia.
Ese compromiso con el medio ambiente de forma transversal ha sido fruto en gran parte del CEA. En efecto, este organismo ha pasado de ser el motor de la regeneración verde de Vitoria para abarcar todo lo que hace una ciudad sostenible: desde la gestión del territorio, la movilidad, la alimentación, el residuo cero, la educación ciudadana… todo ello con el uso de ‘big data’. “El cambio tiene que llegar y, cuanto antes, mejor. Es un cambio que va desde las normas sociales a las infraestructuras”, explica su director Imanol Zabaleta, que pone un ejemplo en el que están trabajando: el camino escolar. “No es lo mismo si los chavales van andando o en bici al centro escolar que si sus padres los llevan en coche. Hay que tener buenos carriles bici, seguridad vial, hacer que la bicicleta o andar sea más ‘cool”.
El periodista Aitor Buendía, miembro de Slow Food Araba y director del programa de radio La ruta slow, destaca el trabajo que realizan con escolares para mejorar su alimentación.
Lo mismo con la alimentación. El CEA ha hecho un mapeo de cómo se consume en Vitoria en centros comerciales, mercados, tiendas de barrio… El porcentaje de alimento no procesado de origen alavés es del 2%. “Desaparece la horticultura, la ganadería extensiva, el pequeño comercio. Vamos al modelo inglés donde la cocina es un elemento anecdótico. El sistema alimentario es el gran elefante en la sala de las emisiones de CO2: hasta el 37% proviene de cómo nos alimentamos en la actualidad. Hay que buscar modelos que recuperen la agricultura local rentable, como se hace en el Sur de Francia”, dice el director del CEA.
Volver al kilómetro cero. Ese es el objetivo. El CEA quiere esa reconversión para la ciudadanía, empresas e instituciones. Es el mismo objetivo de la asociación Slow Food Araba, uno de los movimientos más importantes en el ámbito internacional, en parte, por su vinculación con los pequeños productores de Álava. “Lo más importante es la labor que hacemos en centros educativos con charlas y llevando a estudiantes a mercados y huertos para que conozcan los productos cultivados en el territorio”, explica Aitor Buendía, periodista y director del programa de radio ‘La ruta slow’.
En 2019, Vitoria alcanzó el título de Global Green City, nuevo peldaño en el reconocimiento de sus virtudes medioambientales, que incluye el grado de felicidad de sus habitantes. No es extraño, pues recorrer la ciudad y sus concejos, mientras vuela la garza sobre la laguna de Arkaute y se pone el sol, solo permite la sonrisa.
Comandado por el chef Carlos Dávalos que aporta veteranía en la cocina tradicional junto con su formación en la vanguardia con Arzak, Berasategi o Arbelaitz, este bar-restaurante destaca por su barra de pintxos y la calidad de sus menús del día, basado en el producto local y de temporada. (Imagen: restaurantewaska.com).
Siervas de Jesús, 17.
restaurantewaska.com
Este restaurante vegano nació hace cinco años con una voluntad militante en su forma de entender el mundo y la gastronomía, que resulta del maridaje de la cocina vasca y la internacional. Además, cuenta con Bi Batean Diskak, una discográfica autogestionada que sigue los principios del “háztelo tú mismo”.
Manuel Iradier, 84, bajo.
blacksalad.es
Luis Ángel Plágaro es el primer cocinero que se introdujo en el movimiento ‘slow food’ de Álava. Junto con su hermana Leticia, que ejerce de sumiller, regenta esta autodenominada “taberna informal”, que es mucho más: referente de una cocina aparentemente sencilla, donde destaca la calidad de sus carnes.
Florida, 37.
sukalki.com
Restaurante ubicado en una céntrica calle peatonal, cerca de la estación de tren, destaca por su cuidada decoración y servicio para atender dos cartas: la de picoteo, más tradicional, a base de tortillas, croquetas, salpicón, calamares, etc. Y la de comedor, donde sobresale la merluza langostada o el ‘steak tartar’ con vieira.
San Prudencio, 11.
berenjenalvitoria.com