DOS PARQUES NATURALES MUY CERCA EL UNO DEL OTRO, LA SIERRA DE ESPADÀ AL SUR DE LA PROVINCIA DE CASTELLÓ Y LA SIERRA DE CALDÈRONA AL NORTE DE LA DE VALÈNCIA. A UN VIAJE EN AVE.
Texto: Frederic Puigdevall
Comparten la misma fauna, flora y naturaleza pero, sobre todo, comparten la misma tierra. Esta es un área natural árida y rocosa, de abruptas crestas y excepcional geología en la que se dibuja un espectacular paisaje, dominado por el rojo.
El rojo de las rocas de silicio; el rojo del cinabrio, un mineral que se extrajo de sus minas, hoy abandonadas, durante casi un siglo; y el rojo de los desnudos troncos de los alcornoques, despojados ya de esa esponjosa corteza de corcho que ha sido, y aún es, uno de los principales recursos económicos de esta zona.
Durante generaciones, su gente ha vivido aquí de la explotación de este recurso, pero también de otros bienes de la naturaleza como la miel, el aceite y las cerezas, de gran calidad, o el agua de sus abundantes manantiales, con muy bajo contenido de calcio y apreciada desde muy antiguo.
COSECHAR UN ÁRBOL CADA 12 O 14 AÑOS
En Almedijar, en cuyo término municipal se encuentran los valles de Mosquera y Almanzor, los más densamente poblados de alcornoques centenarios de la sierra de Espadà, vive Manolo Fuster. Tiene 53 años y nueve hectáreas de viña en pleno parque –uno de sus vinos blancos ha sido medalla de plata en la Comunidad Valenciana–, pero por sus venas corre la sangre de la gent del suro (gente del corcho). Su familia lo ha cosechado desde hace cuatro generaciones: “La gente mayor iba a cosechar corcho, mañana y tarde, desde mediados de junio a mediados de agosto, y lo transportaba a costales, en la espalda, porque a veces ni los burros podían subir por los barrancos”. Él sigue haciéndolo los años buenos, cuando llueve en primavera, aunque los incendios y la sequía han mermado la producción: “Además, hay que cosechar cada árbol una vez cada doce o catorce años, el tiempo necesario para que un alcornoque se regenere y la savia vuelva a circular entre el tronco y el corcho”.
MONASTERIOS, CASTILLOS, FUENTES Y MIRADORES
La naturaleza reina en estas sierras, donde abundan las fuentes, pero la mano del hombre continúa modelando su paisaje. La sierra Calderona fue tierra de moriscos, campo de batalla y escenario de luchas religiosas que han dejado en su suelo una profunda huella.Para María José Modesto, directora del Parque Natural, su rica historia define esta tierra: “El patrimonio cultural que se reparte dentro de los límites del parque es una de sus características diferenciadoras. Asentamientos íberos como el de Torrejón, en Gátova, o el Puntal dels llops, en Olocau; los baños árabes de Torres-Torres; sus cartujas, como Porta Coeli, en Serra, y Valldecrist, en Altura; sus molinos de viento, sus numerosos castillos y torres-vigía...”. La mayoría pueden visitarse con la compañía de un guía del ayuntamiento de que se trate, aunque no hay que perderse tampoco su red de magníficos miradores que ofrecen unas espectaculares vistas panorámicas.
Desde el de Trisiany se abarca la comarca de Segorbe, y desde el de Rebalsadores, la sierra, aunque hay uno que, en palabras de María José Modesto, destaca especialmente: “Es el mirador de Garbí, en Estivella, desde allí se puede ver todo el golfo de València, y los días despejados, el Montgó, las islas Columbretes y hasta las costas de Ibiza”.