Situado en el Baix Segre de Lleida, esta localidad de Lleida invita a descubrir un espectáculo natural único: la floración de sus árboles frutales.

 

Texto: Rosa Alvares

Melocotoneros, nectarinas, paraguayos y platerinas transforman el paisaje agrario de Aitona, en Lleida, en un mar de colores y aromas cada primavera. Su floración es uno de los grandes espectáculos de la naturaleza en los alrededores de este pueblo de legado medieval. “Es un fenómeno que convierte la zona en un escenario de cuento durante unas pocas semanas al año, ofreciendo una experiencia visual que no se encuentra en muchos otros lugares”, explica Judith Gálvez Marsal, responsable de comunicación de RocRoi, empresa dedicada al turismo activo y deportes de aventura. En total, son más de 4.000 hectáreas que se cubren con un manto de color rosado junto al río Segre.



Adentrarse en la belleza natural de los campos de frutales se consigue de muy distintas formas, tal como explica Gálvez Marsal: “Se pueden explorar a través de rutas señalizadas ya sea a pie, en bicicleta o incluso en vehículos adaptados. Para una experiencia más especial, los vuelos en globo ofrecen vistas panorámicas que permiten apreciar la magnitud del paisaje desde el aire. También se organizan paseos guiados que incluyen explicaciones sobre la tradición agrícola y la historia de la zona”. Y es que los amantes de la Historia no deberían perderse la ruta dedicada al fotógrafo húngaro Robert Capa, que inmortalizó aquellos parajes durante la Guerra Civil española, documentando el último ataque del ejército republicano en Cataluña.

 


La rica historia agrícola de la región se traslada a las miles de hectáreas dedicadas a los árboles frutales: melocotoneros, pero también con nectarinas y paraguayos. Aitona produce unos 120 millones de fruta cada año, el 80% de la cual se vende en el exterior; y en temporada de recolección su población se duplica.

 

Más allá de visitar sus campos en flor, Aitona nos reserva otros muchos atractivos. “El viajero puede explorar rutas históricas como el Camí de l’Arbre Fruiter, visitar la iglesia de fachada barroca de Sant Antolí o el mirador de Aitona, con vistas espectaculares”, apunta Gálvez. El origen de este pueblo, que no llega a los 3.000 habitantes, se sitúa en un antiguo castillo sarraceno, citado en documentos de 1120, y del que todavía se conservan algunos restos.

Alrededor de los árboles frutales existe también una gran actividad turística con rutas a pie o bicicleta por estos campos. La orilla del río Segre sirve de guía para dejarse arrastrar por la belleza de este mar de color rosado cada primavera.

La estación más cercana a Aitona es Lleida Pirineus y hasta el valle se puede llegar por carretera. A Lleida se puede llegar en trenes de Renfe de AVE, Alvia o Avlo, desde Madrid, Málaga, Sevilla, Zaragoza, A Coruña, Granada o San Sebastián.

 

La circulación diaria de todos los trenes de Renfe evita al año 5,7 millones de toneladas de CO2, lo que repercute positivamente en desarrollo saludable de la sociedad.