Escuchar el característico sonido gutural que los ciervos en celo emiten en la temporada de apareamiento, además de observar de cerca sus movimientos, es uno de los grandes atractivos que ofrece en otoño el sector cordobés de Sierra Morena.

 

Texto: Raúl Fernández

“Es un acontecimiento. Ver animales salvajes en su hábitat siempre es bonito, pero aquí, auditivamente, es un espectáculo apreciar cómo se llaman entre sí. Y el entorno natural también lo es”. Juan Carlos Molina Márquez hace notar su emoción describiendo la berrea, la época de apareamiento de los ciervos que, desde su empresa de deporte y aventura Quivirocio, invita a contemplar en fincas públicas del sector cordobés de Sierra Morena a través de rutas de senderismo, “una actividad de educación ambiental”.

El característico sonido gutural que los ciervos en celo emiten para llamar a las hembras y marcar territorio, que se oye a kilómetros, es música habitual en otoño. Aunque Molina estima que este año podría venir más tarde: “Suele empezar a finales de septiembre, pero, por el verano que estamos teniendo, creo que se retrasará. Depende de lo que llueva, porque los animales tienen que estar fuertes y pasar días sin comer”. Los avistamientos, en grupos de 30 personas como máximo, se realizan a través de miradores, con el uso de prismáticos, si bien cabe la posibilidad de cruzarse con alguna manada, en silencio y, recalca, “sin peligro”.

 

Ciervo en plena berrea

La lucha por el harén

Para conquistar a las hembras y proteger sus harenes, los machos se sirven de su cornamenta, que es posible ver cómo chocan con otros ciervos. Por ejemplo, Ángeles Álvarez, responsable de la empresa Hornitural, que trabaja en Hornachuelos (también emplazada en la Sierra Morena cordobesa), asegura que pudo escuchar esta colisión de astas “a unos pocos metros” el año pasado, durante una de sus guías. Los paseos, al igual que los de Quivirocio, se realizan aproximadamente entre las seis de la tarde y las once de la noche, el momento de mayor actividad. “Su sonido impacta a la gente que nos visita. Llega a dar miedo tanto a niños como adultos, porque no se imaginan un bramido así”, comenta Álvarez, que en sus recorridos de entre cuatro y seis kilómetros, con un máximo de 20 personas, abarca, por convenio, fincas privadas, lo que permite aproximarse a los comederos de las hembras, escenario de cruentas batallas.

Valle de los Pedroches

Aunque la berrea es un gran reclamo, en un entorno como la Sierra Morena cordobesa los atractivos son inagotables. En su conjunto, es la Reserva Starlight más grande del mundo, distinción que se otorga a los cielos nocturnos con mejor calidad y sin contaminación lumínica. Así, a la noche, tras disfrutar de la berrea, los senderistas pueden observar las estrellas y distinguir las constelaciones. Juan Carlos Molina destaca también la biodiversidad del lugar, que abarca preciosos enclaves como el Valle de los Pedroches. “La flora del bosque mediterráneo es impresionante. Es fácil ver también otras especies, como jabalíes o distintas aves rapaces”, señala. Águilas perdiceras o buitres leonados son, en este sentido, habitantes típicos de la zona.

Como típica es, a su vez, la carne de caza, que Hornitural integra en sus visitas. “En Hornachuelos, la gastronomía es muy importante”, apunta Ángeles Álvarez, que en algunas fechas de sus guías incluye talleres de cocina y catas.

 

Notas interesantes para el cuaderno de viaje...

Espectacular cornamenta de los ciervos.

Podrás disfrutar de otras especies como el águila perdicera.

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