El Estrecho, allá donde se unen dos mundos

Tiene unas condiciones meteorológicas de humedad que favorecen una flora y fauna autóctona, el Parque Natural del Estrecho, con dunas ingentes, acantilados y bosques de la era terciaria, es un secreto de Cádiz que debe conocerse más allá de la idílica puesta de sol de sus playas.

Texto: Rosa Alvares

 

Han pasado casi 25 años, pero Juan Martín Bermúdez, no ha olvidado la primera vez que contempló El Estrecho, en Cádiz, cuando estudiaba primero de Ciencias Ambientales. “Recuerdo el imponente paisaje, con el Atlántico adentrándose en el Mediterráneo y África como testigo soberbio y silente, al fondo. Me enamoró desde el primer momento, impactándome para siempre ver miles de aves planeadoras sobre nuestras cabezas ascendiendo sobre corrientes térmicas para saltar hacia el océano rumbo al Djebel Musa”. Desde entonces, este consultor ambiental –con publicaciones en su haber como la guía Parque Natural del Estrecho. Frontera de dos mundos– sigue fascinado con esta zona considerada una de las de más biodiversidad del continente. “El elemento más determinante del Estrecho de Gibraltar es el intercambio diario de millones de hectómetros cúbicos de agua atlántica y mediterránea. Este fenómeno, que hace 5,3 millones de años conectó el Mediterráneo con el resto del planeta, es el que determina y condiciona todos los demás (meteorología, condiciones de humedad, flora y fauna), que son únicos en el mundo y solo se repiten en contados lugares”.

Bosques de la era terciaria

Lugar de encuentro no solo de aguas, sino también de placas tectónicas y vientos que conviven con naturalidad, aquí es habitual encontrar formaciones geológicas costeras inéditas, bosques húmedos de la era terciaria, acantilados y playas de bolos, dunas gigantes, desembocaduras naturales de ríos e, incluso, lagunas costeras en playas de arena fina. “Estamos ante un escenario que acoge diariamente una sucesión de procesos naturales en constante evolución. Ante una función que día a día se escenifica, interpretada por endemismos botánicos, huidizos macromamíferos, invertebrados migradores, náyades acuáticas o tímidos peces continentales que, como el salinete, actúan como bioindicadores del ecosistema”, explica Martín Bermúdez.

 Si hay una experiencia que ningún visitante al Parque del Estrecho gaditano debería perderse, es la migración de las aves (cada año, más de 30 millones cruzan este escenario en sus rutas migratorias), según recomienda el experto: “Es uno de los fenómenos naturales más emocionantes de la historia de la vida. También resulta la más estética. La migración de aves en el Estrecho es la odisea de las odiseas, ya que las aves planeadoras no pueden aprovechar corrientes térmicas sobre el mar Mediterráneo, ya que el mar disipa la insolación. Por eso, en El Estrecho encuentran el único paso posible en el que ese pozo de viento solo mide 14 km., y aquí se lanzan al vacío, tomando la mayor altura posible en esos ascensores térmicos en tierra firme para llegar a la otra orilla en un salto sin precedentes que desafía las leyes de la física”. 

Parque del Estrecho, escenario de rutas migratorias cada año.

El atrapamoscas, una especie rara

Y para los amantes de las especies endémicas, el experto precisa que en El Estrecho vive el único saurio presente en la península Ibérica, el camaleón común (Chamaeleo chamaeleo), un reptil con aspecto de pequeño dinosaurio; en los fondos marinos de la Isla de Tarifa, resiste la Patella ferruginea, una lapa endémica del Mediterráneo que se encuentra en peligro crítico de extinción; mientras que, en cuestión de flora, conviven nueve especies endémicas de helechos, en los acantilados costeros encontramos saladina (Limonium emarginatum), catalogada como vulnerable, así como una de las especies más raras del planeta, el atrapamoscas (Drosophyllum lusitanicum), una planta carnívora del suroeste de la península ibérica y del extremo noroccidental de África.

 

En esta zona de Cádiz, aún es posible encontrar zonas silvestres habitadas por especies endémicas, como el cactus salvaje.

 

Y un último apunte, cuando entramos en este espacio geográfico entre tres mares y dos continentes, también podemos sentir cómo los hombres de ambas orillas están unidos por una historia común. Lo demuestran los restos conservados en cuevas prehistóricas con pinturas rupestres; tesoros arqueológicos en la Sierra de la Plata (siglos X y IX A.C.) y ruinas en la costa, como la renombrada ciudad romana de Baelo Claudia (siglo I A.C.). Vestigios de civilizaciones anteriores que se funden con la riqueza ecológica para ofrecernos un espacio único, atrapado entre dos azules intensos gaditanos, el de su mar y el de su cielo.

El Intercity Madrid-Algeciras, que realiza parada en San Roque, es la mejor opción para llegar hasta las playas gaditanas  situadas en el entorno del Estrecho. Cádiz cuenta también con conexiones del servicio Alvia, trenes directos que emplean cuatro horas en realizar el recorrido y además, con trenes de Media Distancia con enlace en Sevilla que realizan parada en Jerez, Puerto de Santa María, Puerto Real. Desde la ciudad gaditana hay asimismo conexiones diarias de Alta Velocidad con Barcelona y Zaragoza y con Valencia y Cuenca.