Texto: Mario Suárez
Más de un millón y medio de cerezos explosionan, casi a la vez, en el extremo nororiental de la provincia de Cáceres cada mes de marzo. A las faldas de Gredos, el Valle del Jerte se divierte cada inicio de primavera haciendo cambiar de color sus escalonadas tierras. Aquí la fiesta tiene un color, el blanco; y un aroma, el del azahar, que apabulla y sorprende por igual. No hay descanso para la vista, para esa sensación de estar viviendo en tiempo real como la naturaleza emerge y nos embriaga. Una ruta por sus once municipios, de Piornal a Tornavacas, o de Navaconcejo a Rebollar, permite entender la belleza del campo extremeño, aquella que un día fue refugio de emperadores.
Pueblo de Tornavacas, donde comienza la reserva natural Garganta de los Infiernos, con sus famosos pilones.
Portón de la localidad de Tornavacas y la flor del cerezo.
Un cerezo en flor con la sierra nevada de fondo. Más de millón y medio florecen desde mediados de marzo y hasta principios de abril.
El valle del Jerte se encaja en la falla de Plasencia, la de mayor longitud de la Península Ibérica, que recibe las lluvias de los frentes atlánticos de forma generosa. Precisamente, estas aguas y su orografía hacen del valle un espacio verde, fresco y rebosante de vida. “El verde lo da tanto sus bosques de robles como los millones de cerezos, pero también castaños, higueras, naranjos, olivos, ciruelos..., que tapizan sus laderas aterrazadas por generaciones de sus habitantes”, explica Gerardo Moreno Marcos, Doctor en Biología y Catedrático de la Universidad de Extremadura. “Estas terrazas con sus tradicionales muros de piedra seca constituyen sin duda uno de los elementos diferenciales de su paisaje, así como la gran cantidad de fuentes, arroyos y gargantas”, añade.
Una de las rutas a caballo que se ofrecen en el valle.
La localidad de Cabezuela del Valle, con su tradicional arquitectura del norte de la provincia.
Una cigüeña negra, habitual de esta comarca.
Dos rabilargos, una de las aves más populares de esta zona de Cáceres
por su larga cola azul y su capirote negro en la cabeza.
La circulación diaria de todos los trenes de la compañía evita al año la emisión de 4,7 millones de toneladas de CO2 y supone un ahorro energético equivalente a cerca de 1,3 millones de toneladas equivalentes de petróleo.