Texto: Carmen Otto
Lousame, Muros, Noia, Outes y Porto do Son marcan las cinco puntas de esta estrella que es la ría de Muros-Noia, la mejor conservada del litoral gallego, en A Coruña. Aquí floreció la industria conservera, activa hasta mediados del siglo XX, que, tras su desaparición, provocó la caída en el olvido de esta zona. Gracias a ese aislamiento, mantuvo intacta la esencia, siendo un lugar al que regresan los que emigraron para rescatar los hogares familiares y destinarlos a negocios como el restaurante A casa do Tella e Rosalía (Praza do Curro, 6), en Portosín; levantar nuevas construcciones cargadas de simbolismo local, como el hotel Otantus (Lugar Miraflores, 30), en Muros, concebido como un centro de interpretación sobre la sal; o poniendo en valor el patrimonio religioso, artístico y cultural.
Al norte de la ría, el Monte Louro se adentra en las aguas del Atlántico. A los pies de este poderoso tótem, la playa virgen de Area Maior y la laguna de Xalfas son dos tesoros naturales que sirven de inspiración a María de Dina, joven diseñadora que, con su marca, LIXO Atelier, se abre camino en la joyería gracias a los cabos y restos de redes que llegan a la playa y a las que da una segunda vida en anillos, collares, pendientes y pulseras de resina, “de forma que parezcan que siguen flotando en el mar”. También aquí regresó Abel Lago, campeón del mundo de ‘kitesurf’ en 2007. Para él, “la mejor manera de devolver a mi tierra todo lo que me dio es acercar los deportes de agua a niños y mayores”. En Areia Maior, la playa en la que se subió a una tabla por primera vez, ha montado su escuela de surf, Abel Lago Watersports, transformando un antiguo concesionario de coches en un albergue para el descanso de surferos y peregrinos.
Muy cerca está Muros, uno de los pueblos más bonitos de A Coruña, que mantiene vivo su legado patrimonial ligado a la relación entre el mar y la Iglesia. “Uno de nuestros mayores tesoros es la pila del agua bendita de la antigua Colegiata, con la talla de una serpiente sumergida en el agua única en el mundo”, explica Montserrat París, que dejó los pinceles para volcarse en la Asociación Auga e sal, encargada de esa labor de rescate. Y es que, paseando por las empinadas y estrechas calles de Muros, se aprecia el pasado marinero en sus casas de robustos soportales, como las que rodean la plaza del Lagarto.
La villa de Muros, uno de los pueblos más bonitos de A Coruña, conserva su esencia marinera.
Noia es hito imprescindible para los peregrinos por su cercanía a la capital xacobea y su casco histórico que retrotrae al pasado. Entre sus rincones (como la iglesia de San Martiño o la plaza del Tapal), está el Museo de las Lápidas Gremiales (Rúa Ferreiro, 26). La iglesia de Santa María A Nova guarda la colección de laudas (lápidas sepulcrales), cuyas inscripciones, marcas y grabados indicaban la familia o el gremio al que pertenecía el cuerpo que descansaba bajo ellas. Precisamente uno de los oficios más importantes de esta ría ha sido el de los carpinteros de ribeira, que se dedicaban a la construcción naval. La localidad de Outes rinde su particular homenaje a estos artesanos recuperando el antiguo astillero de Ciprián –con los troncos todavía bajo el agua del mar– como museo.
María Candamo –conocida en redes sociales como María de Dina– en su taller de joyas situado en Muros.
Montserrat París, coordina la Asociación Auga e Sal, que pone en valor los recursos turísticos de la villa de Muros.
Las aguas del río Tambre dan forman, en su desembocadura, a la ría de Muros-Noia.
Las orillas de los ríos Tambre, Vilacoba y San Xusto están jalonadas de senderos que llegan a lugares de un pasado emocionante y que, en algún caso, se resisten a morir, como la central hidroeléctrica del arquitecto Antonio Palacios, aún en uso, al contrario que las papeleras de Brandía y Fontán –donde se elaboró papel del Estado hasta los 80–, o el monasterio cisterciense de Toxosoutos, asomado a las musicales cascadas del río San Xusto.
Proyectada por el arquitecto Antonio Palacios, la central hidroeléctrica del Tambre se construyó en 1924.
Situado en una península rocosa del concello de Porto do Son, el Castro de Baroña es uno de los tesoros arqueológicos más antiguos y visitados de Galicia.
De vuelta al mar, vigilante sobre la playa de Area Longa, el Castro de Baroña (en Porto do Son) recuerda que este fue un activo centro en la Edad del Hierro gracias a su ubicación, en una abrupta península unida a tierra por un pequeño istmo arenoso. Para distinguir el buen estado de conservación de este poblado y apreciar la ría en toda su extensión, el Monte Enxa es un privilegiado mirador cuando los días son claros porque desde allí se divisa Finisterre en el horizonte.
En la app de dōcō, que se puede descargar en Google Play y App Store, se pueden contratar los servicios de Renfe y de Movitaxi, Reby y Karhoo, que ofrecen taxi y patinete eléctrico para complementar el viaje en tren.