EL AGUA MARCA TODO LO QUE OCURRE EN LAS MÁS DE 12.000 HECTÁREAS POR LAS QUE SE DESPLIEGA EL PARAJE, ORO AZUL E INMACULADO QUE DA VIDA A UNA EXCLUSIVA FAUNA QUE ALIMENTA A ESPECIES BOTÁNICAS ÚNICAS EN EL MUNDO Y HA MOLDEADO UN ESCENARIO DE GRAN RIQUEZA GEOLÓGICA Y PAISAJES DE IMPRESIÓN AL NORTE DE GRANADA.
Texto: Nacho Sánchez
Al pie del puerto de Lézar el agua nace a borbotones. Procede del interior de la tierra y desgarra la piedra caliza para, ya en la superficie, crear decenas de minúsculos manantiales. Son los llamados reventones, que dan origen al río Castril. Este nacimiento es el principio universal sobre el que gira el entorno al que bautiza: el Parque Natural Sierra de Castril, al norte de Granada, a un paso de las provincias de Jaén y Albacete. El agua marca todo lo que ocurre en las más de 12.000 hectáreas por las que se despliega el paraje. Oro azul e inmaculado que da vida a una exclusiva fauna, que alimenta a especies botánicas únicas en el mundo y ha moldeado un escenario de gran riqueza geológica y paisajes de impresión. “El río es la gran arteria vital del parque”, subraya sin dudarlo su director y conservador, David Oteros.
La mejor manera de alcanzar el nacimiento es caminando. Uno de los nueve senderos señalizados –que suman más de 70 kilómetros de paseos– tiene como destino este rincón. También hay rutas que se adentran por el valle fluvial o ascienden hasta picos con paisajes de alta montaña donde tienen su hueco bosques de tejos, encinas y pinos.
Pasarelas sobre el río Castril. Un paseo familiar que transcurre junto al cauce, muy cerca del casco histórico del pueblo, declarado Bien de Interés Cultural.
Hay que ser cuidadoso a cada paso, porque en la tierra también brotan pequeñas plantas como la perenne violeta de Cazorla (‘Viola cazorlensis’) o la ‘Vella castrilensis’, ambas endémicas de la comarca y el Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y las Villas, a unos kilómetros al norte. Es fácil avistar algún rebaño de cabra montesa o algún muflón aferrado con seguridad a las rocas más imposibles. La superficie es sobrevolada con maestría por el enorme buitre leonado, que comparte cielo con el quebrantahuesos, especie en peligro de extinción reintroducida recientemente y que cuenta aquí con un puñado de parejas reproductoras.
Paisaje de alta montaña. Las nueve rutas señalizadas del parque se adentran en valles o ascienden a picos con paisajes montañosos.
La granadina María Luisa Puertas es una de las personas que mejor conoce este entorno. Como geóloga, se encarga de leer los paisajes e interpretarlos a quienes tienen deseos de conocer mejor el parque natural. Para ello organiza una ruta de una docena de kilómetros que se realiza a pie, pero con tramos en vehículo.
“Durante el camino hablamos de rocas sedimentarias exógenas y endógenas, de simas y lapiaces, fallas y antiguos glaciares. El modelado kárstico de este lugar es increíble”, dice la experta, que asegura que todo se puede resumir en la acción del agua, como la que protagoniza la espectacular cascada de la Magdalena. Su labor se deja ver también en las tripas de este paraje natural, donde abundan las grutas y galerías, como las destacadas Cueva del Muerto y Cueva de Don Fernando.
Puertas creó su empresa Green Walk en 2017 para dar a conocer el entorno de Castril, pero también el de Baza –donde vive– y el Geoparque de Granada, todos en un pañuelo de terreno. Sus rutas incluyen una parada a mediodía para realizar un picnic. Es un complemento que le permite potenciar los productos locales. Sobre el mantel aparecen entonces jamón y queso, así como los frutos secos que se cultivan en esta tierra –sobre todo almendra, nueces y pistachos– y dulces locales horneados en panaderías centenarias.
La gastronomía local también está marcada por las migas de harina, el guisadillo de arroz o los maimones, pero también por las chuletas de cordero segureño, con Indicación Geográfica Protegida, que se puede degustar en los restaurantes de Castril, pueblo con poco más de 2.000 habitantes. En su parte alta, cerca del viejo castillo, se ubica el centro de visitantes, que permite obtener una visión global de la zona.
Formaciones calizas. El agua ha horadado esta piedra para crear saltos tanespectaculares como esta cascada de la Magdalena.
Pueblo blanco. Panorámica de Castril, de poco más de 2.000 habitantes, con el castillo árabe como colofón.
A las afueras del casco urbano del municipio, declarado Bien de Interés Cultural, se encuentra la cerrada del río Castril, una serie de plataformas de madera que sobrevuelan el cauce afianzadas a las paredes que el río ha ido excavando, con infinita paciencia, a lo largo de miles de años. La ruta es corta, de 1,5 kilómetros y carácter familiar, e incluye túneles excavados en la roca y un puente colgante. Un área recreativa facilita el avituallamiento posterior para tomar fuerzas y continuar, mientras la naturaleza sigue desvelando los secretos de la provincia de Granada.