Texto: Marta Domínguez
Major de Sarrià, 63.
Después de quince años trabajando en el mundo de la moda, Mélanie André se mudó a España y aprovechó para cambiar de vida. Eligió la que ya era su gran pasión: la gastronomía. En esta tienda de ‘delicatessen’ de origen francés todos los productos son trazables, y en ellos importa tanto la excelencia como el cuidado estético del detalle. Maison Aime colabora con chefs como Édouard Loubet, Olivier Nasti, Emmanuel Renaut o Nadia Sammut, especializada en recetas sin gluten y sin lactosa. Quesos, vinos, conservas, patés, dulces tradicionales y también una sección de producto fresco.
Santa Amelia, 45.
Las señas de identidad de Europa nos resultan tan familiares que a veces ni las vemos: calles empedradas, estaciones de tren, plazas con bancos al sol, parques, cafeterías… y quioscos con flores. La pequeña floristería Bloom, que abre todos los días de la semana, está en una de las esquinas más ajetreadas de un barrio residencial y familiar, y los sábados es punto de encuentro de vecinos. Están especializados en espectaculares ‘bouquets’ temáticos, estacionales o con una idea específica; los entregan en forma de ramo o en una cesta. También crean decoración para bodas con el sello de la casa: delicadeza y minimalismo.
Doctor Carulla, 25.
Este hotel toma su nombre de los Pérez-Sala, la familia propietaria del edificio, que reside en la primera planta desde 1955. Renovaron todos los espacios en 2011, respetando la estructura original, y destinaron 30 espaciosas habitaciones a recibir huéspedes. Es un hotel que no parece un hotel, y esto lo decimos a modo de halago. Que esté medio escondido y sea discretísimo es parte de su gracia, igual que el hecho de que uno allí se sienta más invitado que cliente. Los dos rincones más codiciados son el restaurante (con chimenea) Planta Baja y el acogedor jardín, en el que se puede tomar un cóctel sin estar alojado.
Flos i Calcat, 18.
Producto de proximidad y de temporada: esa es la sencilla prioridad del chef Xavi Rue, asesorado por Josep Maria Masó. Un restaurante que apuesta por al recetario clásico de la cocina catalana y mediterránea, con platos como el planchadito de carrillera, el rabo de buey o las vieiras con setas y papada. Firma el interiorismo Sandra Tarruella, que eligió dar calidez y luz al espacio con madera de roble e iroko; el jardín es del estudio de paisajismo Asilvestradas. Los propietarios de Alrevés, tercera generación de restauradores, tienen sus raíces en el clásico Hostal de la Granota de Sils, abierto en 1963.