Vallespir, 93.
En Sants las apariencias engañan; los patinadores desgarbados de la plaza de la estación son en realidad campeones mundiales de skate, así como esta taberna sencilla tiene espíritu de restaurante formal de mantel. Demuestran su buena mano en platos que requieren una mano fina, como los guisantes del Maresme o el babà au rhum. Aunque la carta tiene guiños a Japón y Francia, La Mundana es puro Mediterráneo. Prueba de ello son los quince tipos de vermuts que ofrecen.
Violant d’Hongria Reina d’Aragó, 105.
¿Por qué abrir un local y contratar a un decorador para que replique una decoración retro, si siempre hay tesoros amenazados por rescatar? La Montferry escapó de las garras de la gentifración y ahí sigue su caminito, centrándose en pocas cosas y haciéndolas muy bien: croquetas, tortillas, cap-i-pota, cecina, chicharrones y una oda al humilde bocadillo, que en tan pocos lugares se hace con cariño (aquí sí). En las paredes, las botas de vino como testigos mudos del día a día desde 1965.
Comtes de Bell-Lloc, 118.
Lo de esgrimir currículum está demodé (el talento toca con la varita mágica a quien le da la gana), pero que Jordi Barnús haya pasado por elBulli nos da una idea de su inventiva y perfección formal. Esta es una cocina sin restricciones, donde lo excesivo se celebra (el tuétano, las ostras, la papada) y lo sutil también tiene su lugar. Los platos estrella de la carta pasan por la parrilla caprichosa, hecha a la medida con diseño del chef. Alta cocina en un barrio que necesitaba un alarde de valentía, y sin grandes sustos en la factura.
Gayarre, 25.
Un curioso fetichismo sigue rodeando a las zapatillas deportivas, que los coleccionistas clasifican por años, matices y diseñador. Aunque el deseo suele ir dirigido a marcas japonesas y norteamericanas, también hay pequeñas firmas europeas con un catálogo y una narrativa ejemplar. La historia de Mates es la historia de Francesc Mates, atleta y pionero deportivo. La marca nació en 1947, y hoy apuntalan su pasión con modelos atemporales e iconos como las Mates Montjuich, que se colaron en la biblia del sector: Hypebeast. Producción local y artesanal.