Texto: Mario Suárez
Ponzano, 37
Este local es un dos por uno, en función de cómo quieras que se alargue la noche. De un lado La Tapadera, un coqueto bar, al puro estilo americano, donde pasar un rato ameno entre hamburguesas y cócteles inspirados en las clásicas propuestas de Nueva York. Y del otro, Marabú, que nos adentra en un mundo de fantasía y cabaret, con una estética al más puro Moulin Rouge y espectáculos en directo. Este ‘dinner show’ tiene el espíritu de las clásicas salas de fiestas, con reservados y una carta de calidad para cenar entre purpurina y números de baile.
Ponzano, 55
Hay una nueva fauna en los ‘foodies’ de ciudad: los amantes de las tartas de queso. Todos ellos saben que en este local se puede probar una de las mejores (para algunos, la mejor). Sergio Arjona, el impulsor del negocio, explica así su producto: “Una tarta sin tapujos, simple, tostada por fuera, con un corazón cremoso y una base de auténtica galleta María”. Parece simple, pero no lo es tanto, sobre todo si se atreven, además, con sabores como el turrón, el pistacho o la crema Lotus.
Vallermoso, 114
Creada por la fotógrafa Nuria Val, la experta en marketing Gabriela Salord y la farmacéutica Lamia El Kadiri, esta firma de cosmética ecológica es un templo de relajación y aromas diseñado por el arquitecto Isern Serra. Esta es su primera tienda, cálida y sin artificios, donde se exhiben, como si fueran joyas, sus fórmulas naturales libres de tóxicos. Aquí se debe venir con tiempo para probar sus productos que narran con sutileza. Atención a su pila de terracota hecha a medida por Robbie Whitehead, redactor jefe de la revista ‘Apartamento’. Otro hito estético más.
Modesto Lafuente, 23
Los hermanos Julián y Luis Miguel Gil ya eran conocidos en Madrid por ser propietarios del restaurante Chifa, un peruano con fusión asiática referente culinario en esta cocina en la capital. De hecho, siempre ha sido fácil verlos preparando cócteles para rematar las cenas. Así que decidieron abrir su propia coctelería, a unos 200 metros de su comedor en Chamberí, porque pensaban que “al barrio le hacía falta un local así”. Cogieron la estética de pub inglés y el resto lo manejan con maestría y buen tino.
@gils_cocktailbar
Texto: Mario Suárez
Sandoval, 12.
Después de años de éxito en su primer local situado en la ciudad de Verona y la buena acogida que tuvo en Madrid su apertura en el barrio de las Letras, Vittorio y Sonia Squarantti, han seguido revolucionando el concepto de la pizza en la capital. Sus pizzas veronesas son elaboradas con harina biológica semi-integral molida a piedra, con un trigo no modificado genéticamente, masa madre con reposo de al menos 60 horas y aceite de oliva virgen extra como materia prima de base; por eso son más ligeras y sabrosas, suaves por dentro y crujientes por fuera.
Fuencarral, 139.
Andaba este tramo de la calle Fuencarral sin propuestas interesantes de gastronomía hasta que se abrió este local y animó el lado izquierdo de esta popular vía. Su propuesta es sencilla: un punto de encuentro para las tardes y noches con platos sencillos pero honestos de cocina italiana. Entre sus recomendados están la ‘parmigiana’ de berenjena y la burrata, los ‘spaghetti’ carbonara y sus exquisitas pizzas rectangulares.
Muy de compartir, tomar un ‘prosecco’ y dejarse llevar por el tardeo.
Juan de Austria, 14.
“A medio camino entre restaurante casual y ‘take away’ buenrollero”, así se define este nuevo concepto que nace fruto de una necesidad real del mundo urbanita: el hartazgo de cocinar y la falta de opciones asequibles de ‘delivery’ más allá de la comida rápida. No faltan aquí guisos tradicionales, verduras bien tratadas, platos fáciles de compartir y alguna referencia de ‘fast good food’ fuera de lo común. Ya tienen un ‘superhit’: la burgóndiga (en la foto), a camino entre una hamburguesa y una albóndiga, con 160 gramos de carne rellena de queso provolone.
Medellín, 4.
El olor a tinta de los libros debería promocionarse casi como un perfume de lujo. Con este aroma está impregnada esta librería nicho, un acierto de negocio en tiempos de pantallas. Aquí hay rarezas y ediciones de artista, todas seleccionadas con mimo entre editoriales contemporáneas de todo el mundo por la periodista italiana Margherita Visentini y el fotógrafo donostiarra Asier Rua. Jugosas curiosidades literarias que elevan el papel a objeto de culto. Ya era hora...
Texto: Mario Suárez
Santa Engracia, 26.
La primera sede de este restaurante italiano se abrió en la isla de Isquia, en la región de Nápoles, y desde allí se trajeron las recetas tradicionales de la Nonna Rosalba, que han pasado de generación en generación. Con una carta no muy extensa, aquí triunfa la pasta al dente, servida directamente por el camarero en la mesa desde la misma cazuela, mezclando con las salsas que han sido elaboradas en el instante y con unas raciones generosas. También pescados del día, aperitivos italianos, postres...
Trafalgar, 1.
Era cuestión de tiempo que esta casa de alimentación saludable de Barcelona llegara a la capital. Este es el sexto restaurante del grupo, dentro de un plan de expandir su propuesta gastronómica de comida flexiteriana, con una dieta donde un 80% de la oferta es a base de proteína vegetal y un 20% de proteína animal. También incorporan pescado azul que proporciona vitamina B12 y ácidos grasos Omega-3. Todo ello presentado en una carta sorprendente que ha revolucionado el ‘healthy eating’.
Alburquerque, 14.
Hay locales que son capaces de poner de moda una zona y atraer a otros negocios similares. Esto ocurrió hace un año con este bar, que puso nombre a la espalda de la plaza de Olavide y amplificó su animada área de restaurantes y terrazas. Desde sus amplios ventanales siempre repletos de codos apoyados, se contempla un Chamberí más popular, más de barrio y menos turístico. Sus anchoas sobre brioche, su ensaladilla rusa o su sándwich mixto de lacón tienen parte de la culpa.
Luchana, 20.
El plan es sencillo pero muy divertido: una sala privada, un grupo de amigos, cócteles, tapas y ¡karaoke! Este local, heredero de los clubs nipones de esta categoría, tiene hasta nueve espacios que se pueden reservar para montarte tu fiesta particular, así como dos bares y una terraza para dar rienda suelta a las dotes musicales de cada uno. Tiene aforos de hasta 25 personas por sala, aunque se pueden unir varias para que la celebración sea multitudinaria. Pasar por su fotomatón también es obligatorio.
Trafalgar, 15.
Un ambiente parasino y moderno aguarda a los comensales de este restaurante que cuenta entre sus filas con el chef Jaime Pascual e Ivonne del Saz Álvarez, sumiller y propietaria. En su carta se encuentra una buena selección de ibéricos y platos tradicionales con gusto contemporáneo, desde las lentejas estofadas con pato y foie a un crêpes de gambón y berenjena. Con un interesante menú de mediodía, este espacio promete alargar las sobremesas de la vecina plaza de Olavide, “el sueño europeo”, según el diario Financial Times.
San Bernardo, 120.
Los sabores y aromas de las creperías clásicas de la Bretaña francesa llegan a Madrid de la mano de este establecimiento que sirve las auténticas y famosas galettes saladas con harina de sarraceno (de origen protegido) típicas de la región, fieles a la receta original. Entre la carta de este local, regentado por un propietario procedente de Saint-Malo, se pueden encontrar una diversa variedad de quesos, verduras asadas o crêpes dulces con frutos. Y para maridar: ¡sidra bretona!
Murillo, 8.
“Una casa llena de libros y un jardín lleno de flores”, dijo el escritor escocés del siglo XIX Andrew Lang. Aunque en esta esquina del barrio de Chamberí se podría decir que es la calle la que parece un vergel de fragancias y colores. Porque haciendo uso de uno de sus apellidos, Jungle (jungla), este espacio hace apología de lo ostentoso y lo salvaje en materia floral. Un lugar donde apetece entrar, donde se sonríe ya desde la acera y que perfuma a los vecinos. Porque las floristerías siempre fueron así de indiscretas en las ciudades, y eso es lo que gusta de este concepto verde.
Quesada, 2.
Definida como una tienda de objetos honestos, este contemporáneo espacio propone piezas de las que todas se sabe “de qué, cómo, dónde y por quién están hechas”, facilitando al cliente la información ética sobre su procedencia. Jarrones de la firma Hay, cuberterías de Sabre, cristalerías de Ferm Living... Diseño pensado para servir “toda la vida”, con el refinamiento que da saber, además, que en su selección han participado algunos de los más prometedores arquitectos españoles que lideran este proyecto.