Balnearios del Cantábrico, aguas para sanar el alma

LOS VIAJEROS ROMÁNTICOS DEL SIGLO XIX, REDESCUBRIERON ESTE PATRIMONIO NATURAL Y CULTURAL DE LAS AGUAS MINERO-MEDICINALES DEL CANTÁBRICO, CUYA TRADICIÓN ARRANCA EN LA ANTIGÜEDAD.

Texto: Txema García Crespo / Fotos: Markel Redondo

1. Karrantza: Meditación compatible con una buena alubiada

El balneario Vicente Palloti llegó a contar con estación propia en el trayecto del ferrocarril Bilbao-Santander, cuando había ocho trenes diarios, lo que da una idea de la entidad de un establecimiento que se ha adaptado a los nuevos tiempos desde su relación centenaria con el agua. Vinculado en su origen a la orden de los palotinos (lleva el nombre de su fundador), se encuentra en un recodo de este gran valle vizcaíno, en un entorno discreto, que lleva al recogimiento.

Aunque ya secularizado, el balneario de Karrantza sigue siendo un lugar para el retiro espiritual (son habituales los encuentros de yoga), aunque no eso no deja fuera la gastronomía, con rotundos menús que recuperan la cocina tradicional del valle vizcaíno: la terapia y la meditación son compatibles con una buena alubiada.

Su historia se remonta al siglo XVIII cuando los vecinos comprobaron cómo gozaban las vacas de las cálidas aguas de las fuentes de Bosobrón antes que de las del río cercano. Pronto hicieron pozas que utilizaban para aliviarse. De aquellas bañeras naturales, este establecimiento de 56 coquetas habitaciones, el más pequeño y familiar de los que salpican la cornisa cantábrica.

+NO HAY QUE PERDERSE: La cueva de Pozalagua, descubierta tras una voladura en una cantera, cuenta con una colección de estalactitas excéntricas única en Europa. La sala Versalles es sin duda el espacio más atractivo.

2. Solares: De la Belle Époque al siglo XXI

Debemos a los viajeros románticos del siglo XIX, como Lord Byron o Gerard Brenan, el redescubrimiento de este patrimonio natural y cultural de las aguas minero-medicinales ubicadas en unos establecimientos balnearios cuya tradición arranca, en muchos casos, en la antigüedad. Es el caso del balneario de Solares, cuya apertura se remonta a 1828, si bien tuvo su momento de gloria durante la llamada Belle Époque, cuando la cercana Santander era una de las residencias veraniegas por excelencia de la costa cantábrica.

Ubicado en un extenso parque de árboles centenarios, mantiene su estilo clásico, aunque está totalmente renovado en su interior, con una piscina termal de 849 metros, una de las más grandes de Europa. Solares se ha adaptado, como la mayor parte de estas instalaciones centenarias, al siglo XXI. “Uno de nuestros atractivos es el circuito de contrastes Balnea Termal, inspirado en las termas romanas de Caracalla, solo accesible para grupos reducidos”, explica Carlos Irigoyen, director del Hotel-Balneario, que destaca las clases gratuitas de yoga o el masaje oriental a cargo de personal formado en Tailandia.

+NO HAY QUE PERDERSE: Solares acoge el palacio del marqués de Valdecilla, cuyos jardines son el complemento preciso para las aguas termales de Fuencaliente.

3. Liérganes: El balneario del hombre pez

En pleno casco urbano de Liérganes, su balneario complementa el atractivo de la historia de sus edificaciones centenarias con las comodidades contemporáneas, además de un muy interesante acceso por ferrocarril a Santander, que lo convierte en un destino frecuente para las gentes de la capital: “Son muchos los que llegan en tren al balneario para pasar el día, comer o merendar el famoso chocolate con churros que servimos en la galería frente al parque”, apunta Miguel Mirones, director del establecimiento.
En perfecta simbiosis con un pueblo de la Cantabria rural que ha crecido con el balneario, sus aguas termales, procedentes del manantial de la Fuente Santa, son sulfuradas de una fuerte mineralización y proporcionan altos niveles de relajación, una demanda muy de estos tiempos. “Siempre han tenido fama por sus tratamientos respiratorios, tanto para adultos como para niños: se tratan rinitis, faringitis, laringitis, bronquitis y asma”, añade Mirones.

+NO HAY QUE PERDERSE: A la orilla del río Miera se encuentra la famosa escultura del hombre pez, un ser legendario de la mitología cántabra con origen en Liérganes.

4. Puente Viesgo: El retiro de la élite del fútbol

Las aguas del manantial de Puente Viesgo, ya empleadas por los romanos, surgen a 32,6º a la orilla del río Pas, con propiedades para atenuar problemas cardiovasculares y reumáticos. “La pandemia nos ha acercado a clientes con problemas respiratorios que buscan rebajar niveles de ansiedad”, indica Iñaki Bedia, director de ‘marketing’ del complejo, utilizado por deportistas de élite como la Selección Española de Fútbol para preparar competiciones.
La calma de esta ubicación que da acceso a los valles pasiegos es idónea para el retiro. Según Bedia: “Lo ideal es la novena, es decir, nueve días de ingreso con un programa detallado que combina diferentes prácticas y terapias para salir como nuevo, aunque bien sabemos que es un periodo largo”. Así y todo, como el resto de los balnearios, el de Puente Viesgo combina la propuesta terapéutica con la lúdica: hasta tiene una discoteca, Burbujas, utilizada en las numerosas bodas que se celebran en este complejo que incluye un hotel de 134 habitaciones. Entre las actividades que sugiere Iñaki Bedia está la visita inevitable al complejo de cuevas del Castillo, cuyas pinturas prehistóricas están consideradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

+ NO HAY QUE PERDERSE: El tren ya no llega a Puente Viesgo, pero su estación continúa viva como Centro de Interpretación y punto de salida de la Vía Verde del Pas.

 

Trenes del servicio Alvia circulan a diario por sentido entre Madrid y Santander (algo más de cuatro horas de viaje). Uno de estos trenes se prolonga hasta Alicante. En verano, los fines de semana funciona el tren Playero Valladolid-Palencia-Santander. Cantabria cuenta, además, con núcleo de Cercanías y Feve para recorrer la región.