Tras la senda de los artesanos en Granada

SE INSPIRAN EN LA ALHAMBRA, BEBEN DE LA TRADICIÓN Y HACEN MAGIA CON LAS MANOS. UNA NUEVA GENERACIÓN DE CREADORES MANTIENE VIVAS DISCIPLINAS COMO LA TARACEA, LA CERÁMICA, LA ORFEBRERÍA O LA FABRICACIÓN DE GUITARRAS.

Texto: Nacho Sánchez / Fotos: Fermín Rodríguez

A Victoria Fernández (40 años) y Bruno Campise (44), las fuentes de inspiración les rodean. Les basta levantar la mirada para toparse con la Alhambra. Y residen en el Albaicín, barrio declarado Patrimonio Mundial por la Unesco. “Estamos enamorados del lugar”, aseguran mientras muestran la vieja corrala donde viven. Tiene estructura de madera, patio empedrado y decenas de macetas. Allí mismo se ubica su negocio, Taller Benalúa, repleto de herramientas. Con ellas hacen magia y condensan el entorno en anillos, pendientes, pulseras o colgantes de plata o cerámica. La geometría nazarí es su base, como para muchos creadores de una ciudad, Granada, que respira creatividad y donde las nuevas generaciones se han mantenido fieles a la tradición en disciplinas como la taracea, la orfebrería, la cerámica o la fabricación de guitarras.

“El ecosistema artesano está muy vivo”, celebra Ana García, directora de la Cátedra de Innovación en Artesanía, Diseño y Arte Contemporáneo de la Universidad de Granada. Creada a principios de 2021, la iniciativa busca estimular el sector con nuevas líneas de investigación que ayuden al sector en su tránsito hacia la economía circular, el uso de materiales novedosos o el crecimiento en el marketing digital. Ahí es precisamente donde Victoria y Bruno han impulsado su actividad durante la pandemia, evolucionando hacia piezas únicas y peticiones personalizadas. “Son retos que nos encantan”, dice la almeriense, que llegó a Granada para poder estudiar Bellas Artes. . Es la misma razón que llevó hasta la ciudad andaluza a Noemí Flores, de 44 años y nacida en Alicante. También vecina del Albaicín, fusiona oficios y técnicas relacionadas con la cerámica. Además, ha conseguido atrapar la esencia de los jardines y huertos del Generalife –residencia veraniega de los sultanes de la Alhambra– en aceites esenciales, cremas o champús sin productos químicos ni plásticos innecesarios. Sus jabones tienen formas alhambrinas. “Donde hay amor hacia la cultura, como en Granada, lo hay hacia la artesanía”, sostiene Flores.

Noemí Flores muestra un cuenco con sus jabones alhambrinos, que capturan la esencia de los jardines y huertos del Generalife

El artesano Óscar Beas practica la técnica de la taracea, basada en la incrustación de materiales en un soporte. Introducida por los árabes en España, los trabajos más antiguos datan de hasta 3.000 años antes de Cristo, en Mesopotamia.

Bien lo sabe Óscar Beas, que a sus 46 años mantiene viva la taracea, técnica que parte de la incrustación de diferentes materiales para formar figuras geométricas. Con mucha paciencia, Beas realiza llamativos diseños que vende en su tienda de la calle de los Reyes Católicos, una isla rodeada de franquicias. En ella hay juegos de ajedrez, jamoneros, cajas, pendientes o imanes. El recinto atrapa. “Hemos traído la taracea al 2021 con nuevas líneas”, explica quien envió este verano 500 cajas de taracea con destino al Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Beas aprendió la profesión de su abuelo, su padre y sus tres tíos, que le introdujeron en la disciplina con 14 años. Ahora, sin escuelas que enseñen las técnicas, teme que el relevo generacional nunca llegue.

Quien sí ha tomado las riendas de la empresa familiar es María Soto (42 años), que hace una década se puso al frente de la compañía que sus abuelos fundaron en 1926. Fue un cambio radical: dejó de impartir clases de sistemas operativos para dedicarse a la orfebrería, y refundó el proyecto bajo el nombre Las Granadas de María. Sus joyas se apoyan en el fruto que da nombre a una ciudad “que inspira vayas por donde vayas”. “Todo es bonito”, confirma Saika Taku, de 41 años y nacida en Tokio que, a principios del siglo XXI, viajó hasta Andalucía para enriquecer con la cultura local sus conocimientos en cerámica y su formación como diseñadora gráfica. Ese viaje le cambió para siempre.

María Soto, junto a las joyas que vende en su tienda, Las Granadas de María, cuyos motivos afrutados apelan al nombre de la ciudad

Miguel Ángel Lorente y Saika Tatu regentan Micazuki, basada en la cerámica de Granada y la gastronomía de Japón


Saika durante su periplo andalulz conoció a Miguel Ángel Lorente, con quien terminó creando una familia y una empresa de cerámica basada en la gastronomía de Japón, Micazuki. De sus tornos salen vasos para té, cuencos para arroz o bandejas para sushi, además de pequeñas delicias de joyería. Elaboran sus propios colores con cenizas de encina, lavanda o raspones de uva, a las que añaden óxidos en un proceso vivo.
Ellos se han asentado en Cónchar, en el Valle de Lecrín, donde por la mañana solo se escuchan las campanadas de la iglesia o a los gorriones en los tejados. Tienen vistas a Sierra Nevada, en cuya falda sur se ubica Mecina Bombarón, municipio desde el que trabaja Sergio Valverde (45 años). Él es uno de los ejemplos de la tradición guitarrera local: su fama no tiene fronteras y cuenta con una lista de espera de tres años para los cursos de formación que imparte anualmente dos veces. Su iniciativa es celebrada desde la Universidad de Granada, porque es el modo de transmitir técnicas y una sabiduría que, de otra forma, correría el riesgo de desaparecer.
“Es un patrimonio inmaterial que debemos conservar”, advierte la doctora Ana García, convencida de que la artesanía es una forma de vida ligada a la autenticidad, el territorio, la naturaleza y sus materiales. Y, de todo ello, no se puede negar que Granada tiene de sobra.

Entre las piezas de Micazuki se pueden encontrar cuencos para el arroz, vasos para la ceremonia del té o bandejas para sushi

Sergio Valverde tiene una lista de espera de tres años para los cursos que imparte sobre cómo construir guitarras según la tradición y el método clásico.

Para llegar a Granada desde Madrid existen dos trenes Ave diarios por sentido, que realizan el viaje en 3 horas y 15 minutos. A ellos se suman varias frecuencias mediante enlace en Antequera. Las principales son Lonja, Puente Genil y Córdoba.

Existe otro tren Ave directo por sentido que une la ciudad de La Alhambra con Barcelona en 6 horas y 25 minutos, con parada en Tarragona, Lleida y Zaragoza.