Mirar Málaga desde las alturas ya es empaparse de ella. La capital de la Costa del Sol sabe mejor gracias a la gastronomía y los cócteles de unas terrazas con miradores que permiten apreciar una ciudad que cambia según de dónde sople el viento.

Texto: Nacho Sánchez
 

Abierta al mar y encajonada entre montañas, la ciudad de Málaga despliega sus encantos a base de contradicciones, entre lo moderno y lo tradicional, entre lo cosmopolita y lo desenfadado. Todo ello se puede ver desde arriba. Y sin que haga falta volar. La capital de la Costa del Sol se exhibe desde un manojo de miradores y terrazas que permiten entender y apreciar su fisonomía, o reencontrarse con su historia. Mirar Málaga desde las alturas ya es empaparse de ella.

Con la paciencia de los maestros, el arquitecto Juan Manuel Sánchez La Chica ha cincelado su propio camino profesional. Se interesó por la historia de la arquitectura cuando empezó sus estudios, amplió sus conocimientos con práctica y su especialización le llevó en 2011 a trabajar en la Catedral de Málaga. Diseñó entonces el recorrido —junto a su socio Adolfo de la Torre y Gabriel Ruiz— que hoy permite ascender hasta las cubiertas del edificio. Un trayecto que se adentra primero en sus torres y pasea más tarde por cornisas entre palomas y el tacto áspero de sus piedras calizas. Sensación única para quien soporta el vértigo a 42 metros de altura.

“La panorámica permite entender la ubicación de la ciudad, pero también la condición de catedral marinera del templo”, señala Sánchez La Chica, que camino de los 50 años cree que, de momento, la adecuación de estas cúpulas exteriores para el turismo es su mejor obra. “Me permitió conocer el monumento piedra a piedra, dibujarlo entero. La intervención es sobre un lugar maravilloso por sí mismo y tener la oportunidad de abrirla a la gente fue una gran experiencia. Ahí arriba te olvidas del bullicio que hay abajo”, cuenta el arquitecto. Cada visita es única. Cambia según de dónde sople el viento, si el mar está en calma o furioso bajo una tormenta, si el sol pica fuerte o se deja caer tras el parque natural de Los Montes de Málaga.

Juan Manuel Sánchez La Chica, arquitecto diseñador del recorrido que sube de la Catedral de Málaga a las cubiertas.

La catedral comenzó a construirse en el siglo XVI y todavía no ha sido culminada. La obra se inició bajo el estilo renacentista y planta gótica para detenerse durante un siglo más tarde. Se retomó en el XVIII ya bajo los cánones del barroco, pero la falta de financiación le dejó sin una de sus grandes torres, por lo que popularmente se le conoce como “la manquita”. Su solitario campanario, que se eleva hasta los 97 metros, destaca en el perfil cuando la ciudad se mira desde el mar, pero también desde su gran fortaleza histórica. Es el castillo de Gibralfaro, levantado en el siglo XIV para proteger la Alcazaba. El recorrido hasta allí es uno de los preferidos “a pie o en bicicleta” por Antonio Gallegos, de 46 años y profesor de Geografía de la Universidad de Málaga. “Es una oportunidad inmejorable para ver y entender la ciudad, para recrearte en su paisaje”, señala el docente mientras repasa la panorámica que se observa desde los dos miradores situados a lo largo del camino. En ella entran bosques de coníferas, sierras calizas, vegas cultivadas y el mar que lo envuelve todo. A sus pies, el colorido cubo del Centre Pompidou Málaga pone la guinda. De postal.

 

Las cubiertas de la Catedral de Málaga, situadas a 42 metros de altura, ofrecen una panorámica de la ciudad son accesibles mediante un trayecto por sus torres y cornisas.

 

Hoteles con vistas (y piscinas) infinitas

Antonio Gallegos, docente e investigador del Departamento de Geografía de la Universidad de Málaga.

 

Antonio Gallegos es un apasionado de pasear por las ciudades, le gusta perderse, recrearse en paisanajes, gentes, arquitecturas y detalles. Sin embargo, considera que desde las alturas la observación es más completa, con imágenes que dicen mucho más sobre el territorio. Por eso, tras caminar por la calle Larios, adentrarse en la plaza de la Merced o respirar el aroma salino de la zona de ocio de Muelle Uno, recomienda subir a alguna de las azoteas que distintos hoteles de la ciudad ofrecen al viajero. A las clásicas del hotel AC Hotel by Marriott Málaga Palacio o el Molina Lario se unió el pasado otoño la que ofrece un recién llegado de cinco estrellas abierto por la cadena Only YOU en pleno corazón de la capital.

La terraza del Only YOU Hotel Málaga, cinco estrellas para el hospedaje y otras cinco para las vistas y su piscina infinita.

 

La octava planta del Only YOU Hotel Málaga cuenta con una piscina infinita cuyas barandillas enmarcan a La Farola, uno de los dos faros de España con nombre de mujer. El chapuzón es exclusivo para clientes durante el día, pero el recinto se transforma cada tarde en un delicioso ‘chill out’ denominado Lolita y abierto a cualquiera con ganas de saborear las alturas de Málaga con un cóctel. “Es un espacio súper relajante”, confirma Tomás Salcedo, director de Alimentos y Bebidas del establecimiento hotelero, manchego de nacimiento, que alucina con las vistas marítimas que tiene el hotel, mientras recomienda bajar hasta la séptima planta. Allí hay un restaurante, Lola (Alameda Principal 1), donde el perfil de la ciudad se puede disfrutar tanto como los productos de la huerta malagueña y su bahía mediterránea que sirven en las mesas. Olvídate del reloj.

Vistas al Soho, el barrio donde todo se mueve

La terraza del Hotel Soho Boutique Equitativa, de nombre La7, ofrece unas vistas al centro urbano de Málaga y la gastronomía del chef Juan Morcillo.

 

El hotel Only YOU comparte edificio y vistas con otro de los nuevos vecinos del centro, el Soho Boutique Equitativa. Su directora de marketing, Isabel Pons, viajó desde Barcelona hasta Málaga en enero de 2020 para trabajar en el proyecto. En estos dos años ha descubierto tantos rincones en la ciudad que le cuesta elegir uno, aunque apuesta por el barrio del Soho, un lugar vibrante gracias a su escena gastronómica y artística. También aconseja, claro, ascender hasta la séptima planta del hotel para el que trabaja. Allí se ubica La7 (Alameda Principal, 3), restaurante con dos terrazas donde dejarse acariciar por la brisa marina y viajar por la gastronomía del chef Juan Morcillo.

La última pista aérea la da otro establecimiento hotelero de la misma cadena, el cinco estrellas Castillo de Santa Catalina, un palacio inspirado en el Renacimiento árabe construido en 1932 y cercano a la fortaleza malacitana de 1624. Su pasado es un bello escenario con unas vistas únicas desde sus terrazas, que se acompaña de una intensa actividad cultural en tardeos que incluyen música en directo de artistas locales. Banda sonora perfecta para una Málaga que, desde las alturas, sabe mejor.

Málaga está a dos horas y media de Madrid en Ave con 10 trenes directos por sentido al día. La ciudad de la Costa del Sol cuenta, además, con trenes de Alta Velocidad que la unen con Barcelona, Zaragoza, Córdoba, Antequera, Puente Genil, Ciudad Real, Tarragona, Cuenca y València. También Málaga está conectada con Sevilla y con Granada por trenes del servicio Avant. Dos Líneas de Cercanías unen la estación de María Zambrano con Málaga Centro-Alameda con trenes durante todo el día.