Granada según…

Soleá Morente

Texto: Jaime Lorite / Foto: Alfredo Arias

Con un estilo inequívocamente personal, Soleá Morente (Madrid, 37 años) ha conseguido afirmarse como voz propia en la saga Morente y, a la vez, ser consecuente en su compromiso con el riesgo. Si su padre Enrique irritó a los puristas con la fusión rock que planteó en el hoy clásico Omega, Soleá se ha abierto el paso entre el pop alternativo e incluso se atrevido con la electrónica y el autotune. Camino en el que profundiza en Aurora y Enrique, disco marcado por el recuerdo de sus padres (que le dan nombre) y del barrio granadino donde creció, el Albayzín, la forma árabe que prefiere utilizar al referirse al Albaicín.

Además de su familia, ¿ha tenido peso Granada a la hora de componer las nuevas canciones?
Granada es un lugar esencial para mí a la hora de trabajar. El contexto determina la creación, no se escribe o se compone lo mismo desde todas las distancias. El Albayzín, el Sacromonte... Los barrios donde he crecido son mi infancia, los lugares que asocio a mis padres, y cuando voy por allí son torbellinos de recuerdos.

¿Cuáles diría que son los lugares imprescindibles que visitar dentro del barrio del Albayzín?
Si hiciésemos un recorrido que fuese del centro hasta el Albayzín, comenzaría con el Paseo de los Tristes, una belleza que te va conduciendo al Sacromonte. Recomiendo el Mirador de San Nicolás, que es de los más bonitos del mundo, diría yo. También la parte baja del Albayzín, con sus callejuelas al barrio del Aljibe de Trillo. En general, cualquier rincón aquí es una sorpresa eterna.

¿Y para alguien aficionado al flamenco?
Obviamente, el Sacromonte y sus cuevas. Muchas de ellas aún permanecen intactas y salvándose de la invasión de la construcción. En estas cuevas se podría decir que nació gran parte del flamenco de Granada. Aún se hace flamenco diariamente y también hay varios tablaos míticos que están en activo, además de buenísimos artistas.

¿Qué bares le parecen los mejores para antes y después de un concierto?
El bar Provincias (calle de las Provincias, 4) está en pleno centro y es de los sitios con más arte de Graná, donde mejor se fríe el pescado de la ciudad. Para el posconcierto, recomiendo el club de jazz y flamenco Eshavira (calle del Postigo de la Cuna, 2), sin olvidar tampoco la mítica sala Planta Baja (calle de Horno de Abad, 11).

¿Y para pasear con la Ducati, la motocicleta a la que cantaba usted en su single con el grupo Cariño?
Un paseo por la comarca de la Vega de Granada [al sureste de la Alpujarra] en moto es una auténtica delicia.

¿Qué le transmite el Parque Federico García Lorca, donde cantó para conmemorar el asesinato del poeta?
Siempre me provoca mucho respeto y ternura. Hay una energía muy especial allí, como siempre la hay en todo lo que tiene que ver con Federico.

Una sala popular de Granada es El Tren, pero ¿tiene algún recuerdo especial vinculado a los trenes en sí?
Me paso la vida viajando en tren. Es lo que tiene el que tu padre sea granadino y tu madre madrileña. Los viajes tienen su misterio, mientras avanzas vas pensando, leyendo, soñando, estudiando... Da para mucho. Una anécdota muy graciosa fue cuando me llamaron de la revista Rockdelux para decirme que me iban a dar la portada, yo iba en el vagón de silencio y me hizo tanta ilusión que pegué un grito. Me echaron un poco de bronca, pero la recibí con gusto.