Málaga según…

Fiorella Faltoyano

Texto: Rosa Alvares

Existen las chicas Almodóvar, pero en el cine español también están las chicas Garci, por el director ganador de un Oscar, José Luis Garci. Y puede que Fiorella Faltoyano (Málaga, 1949) sea la más representativa de ellas. Asignatura pendiente (1977), Solos en la madrugada (1978), Canción de cuna (1994)... La actriz es una veterana de la interpretación en nuestro país, con medio siglo de oficio a sus espaldas desde que se subió por primera vez a un escenario con Nati Mistral. Ahora es uno de los rostros principales de la serie Sentimos las molestias (Movistar Plus+) junto a otros grandes del cine nacional: Antonio Resines y Miguel Rellán.

Dirigida por Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero, la serie es un homenaje a los séniors.
Resulta muy de agradecer que una serie española actual no hable de adolescentes, sino de personas muy mayores. Somos viejos que no tenemos la convicción de serlo, que nos seguimos sintiendo jóvenes, con ganas de seguir haciendo las cosas que cada uno ha hecho. Lo que ocurre es que la realidad se impone y te va colocando en tu sitio. Ser viejo no es un plato de gusto; pero cumplir años es como la comida: te alimenta o te envenena. Hay que procurar que te alimente, no ir a la contra porque esa es una batalla que no puedes ganar. Es cuestión de adaptación.

Gloria, su personaje, es una mujer que representa los roles de muchas de las de antes, pero es valiente.
Ha aguantado muchísimo, ha soportado a un genio a su lado toda la vida, estaba en función de la carrera de su pareja, que estaba por encima de todo. Aunque es una mujer preparada, aceptó ese rol, hasta que se harta y dice: “Hasta aquí hemos llegado”. Hoy hay muchas mujeres que toman esta decisión.

¿Cómo ve a las jóvenes de ahora? Usted pertenece a una generación que hizo una revolución en este país.
Conozco a toda una generación de mujeres que ahora están en los 40, que tienen una relación e hijos, en la que ha habido una regresión: han decidido que quieren estar en casa y cuidar de sus niños. Lo respeto, pero a mí eso me espeluzna. Quizá porque yo trabajaba, tuve un hijo, viví sin casarme mucho tiempo porque no había divorcio, luego me casé… Luego hay otras mujeres que se resisten a tener un hijo (probablemente porque no les ayuda la vida), que ya han cumplido 40 años y se encuentran con que se han dedicado a su trabajo y que sienten esa frase que me horroriza de “se te pasa el arroz”. Es un mundo complicado para la mujer. Yo tuve solo un hijo porque no podía correr el riesgo de tener más: no tenía ni el dinero ni la situación como para permitirme estar tres años sin trabajar, porque iba a arruinar mi carrera. Eso sí, no cambiara por nada del mundo el hecho de ser madre, es algo maravilloso que solo podemos vivir nosotras. La maternidad no hay que vivirla como un castigo, porque si lo haces, estás perdida.

Muchas actrices se quejan de lo difícil que es tener papeles según van madurando. ¿Cómo vive esto?
Cuando se hace un reparto, los directores y guionistas visualizan un físico y una edad. La franja entre los 40 y los cincuenta y tantos es mortal para las actrices: no eres una jovencita y aún no puedes hacer de abuelita. Yo ahora estoy contenta, porque llevo varios trabajos con personajes que me han divertido. Pero, cuando cumplí 60, pensé: “¿Qué voy a hacer?”. Estuve a punto de retirarme.

La actriz malagueña protagoniza Sentimos las molestias, una serie de Movistar Plus+ con actores veteranos como Antonio Resines y Miguel Rellán.

¿Se lleva bien con la imagen que le devuelve el espejo?
Con el espejo sí, porque me miro en casa y creo que resisto bien. Con la cámara, no tanto, porque las nuevas tecnologías las hacen muy crueles. Y empiezas a tener miedos, tengo el síndrome del impostor todo el rato. En general, eso pasa más en las mujeres que en los hombres, y más en las actrices que en los actores, se nos ha exigido más. Al hombre se le siguen perdonando las torpezas.

Descubrió el teatro en Málaga, ¿qué le aportó la ciudad?
La interpretación fue para mí el camino para liberarme y emprender mi propia vida. Por eso, por razones sentimentales, recomiendo a quienes visiten Málaga que vayan a ver el teatro romano, donde hice muchas funciones en verano con mi escuela de interpretación. Con la Alcazaba al fondo, resulta un conjunto monumental maravilloso.

¿Cómo ve la ciudad de ahora?
Es una ciudad que lo reúne todo: cultura, clima, gastronomía, paisaje… Es un auténtico prodigio. ¡Podría tomar porra antequerana todo el rato! Y también me gusta irme a cualquier sitio de la playa a tomarme un espeto. Nadie debería perderse tampoco el Teatro Cervantes y la catedral. Y, por supuesto, callejear tranquilamente. Málaga es un paseo interminable.