Toledo según…

Ulises Mérida

Texto: Rosa Alvares

Al diseñador de moda Ulises Mérida (Toledo, 1971) siempre le han gustado los trenes. De niño, desde su pueblo natal, Gálvez, acostumbraba a viajar dejando que el mundo tras la ventanilla fuera más grande, más mágico. Ahora, el último ganador del Premio a la Mejor Colección en la Pasarela Mercedes-Benz Fashion Week, acrecienta su romance con los ferrocarriles, pues ha sido elegido por Renfe para crear sus nuevos uniformes. El creador presenta una propuesta que pone el foco en las miles personas que lo vestirán, sin olvidar su distintivo color morado. “Lo he incluido en algunas partes de las prendas, para que tanto por delante como por detrás puedas identificar al personal”, explica. “Incluir esa línea me parecía interesante porque el staff de Renfe es un nexo que te une a paisajes nuevos y a gente a la que quieres”.

¿Supone mucha responsabilidad crear estos trajes?
Claro, porque los parámetros en los que te mueves son distintos a cuando haces tu propia colección. Desarrollar un uniforme para casi 7.000 personas requiere un esfuerzo mayor, ya que debes tener en cuenta las premisas que, en este caso, marcaba Renfe: elegancia, seriedad, tradición…

¿Qué hay de la impronta de Ulises Mérida en ellas?
De algún modo, he incluido algunos de mis referentes y de mi ADN, como cortes al bies, que son mi seña de identidad. He trabajado mucho el minimalismo porque no quería separar al hombre y a la mujer por el diseño de cada prenda.

Imagino que ha sido prioritario el diseño funcional.
Por supuesto, estamos vistiendo a personas que cada día se van a poner su uniforme y van a tener que interactuar con él. Por eso, los tejidos se han seleccionado con una base de elastán, para facilitar el movimiento. También se han tenido en cuenta los tests de durabilidad, a fin de alargar la vida de las prendas. Eso repercute, claro, en la sostenibilidad.

Grandes diseñadores, como Berhanyer o Pertegaz, hicieron uniformes corporativos. Los suyos van a tener un ‘front row’ de millones de personas…
No era muy consciente de esto, la verdad. Reconozco que me pone nervioso, aunque es un orgullo. Es cierto que trabajos así permanecen y es estupendo formar parte de la historia de una empresa tan grande e importante como Renfe.

¿Qué tiene su ciudad, Toledo, para viajar en el tren a hacerle más de una visita?
Toledo es pequeña, pero interminable. No solo hay que hacer las visitas habituales a la catedral, a la Casa del Greco o a la Sinagoga. Hay que perderse y sentir que estás en otro mundo. Especialmente de noche, en silencio… Es mágico.

Los nuevos uniformes de Renfe diseñados por Ulises Mérida convierten las estaciones y trenes en una pasarela de moda.

¿Qué debería conocer el viajero?
Hay empresas que se están dedicando a realizar rutas temáticas por Toledo muy interesantes. Yo hice una sobre leyendas y misterios de la ciudad que me encantó. ¡Es maravillosa! Y te cuentan cosas que, de verdad, no son las habituales.

¿Cuáles son las delicias toledanas a las que sucumbe?
Las delicias de Santo Tomé (plaza de Zocodover, 7), hechas con un mazapán relleno de yema, ¡y mira que no soy de dulce! Las carnes son maravillosas y también hacen el pisto con ‘foie’. Y nadie debería perderse las carcamusas, un guiso de carne de cerdo picante, que a veces ponen como tapa.

En materia de restauración, ¿dónde hay que acudir?
Me encanta la terraza del hotel Carlos V (plaza del Horno de la Magdalena, 4), justo detrás de Zocodover. Tiene unas vistas geniales. Y es un sitio estupendo no solo para comer o cenar, también para tomar un aperitivo o una copa.

¿Y si hablamos de arte?
Tengo obsesión con un cuadro de El Greco, ‘El expolio’. Está en la sacristía de la catedral (calle Cardenal Cisneros, 1). Me impactó desde pequeño, con la túnica roja de Cristo. Es uno de mis colores fetiche a la hora de crear, y esa mancha roja del Greco puede tener algo que ver en ello.

¿También es usted de visitar entornos naturales?
Cuando era pequeño, el Tajo estaba muy dejado, pero ha cambiado para bien. Hay varias rutas muy atractivas, como la senda ecológica, que te permite caminar por la vereda del río. Naturaleza sin alejarte de la ciudad, otro lujo.