Vigo según...

María Castro

Texto: Jaime Lorite 

Antes de darse a conocer como actriz en la televisión autonómica, María Castro ya era el orgullo de Galicia a los 14 años, cuando fue subcampeona de España en gimnasia rítmica. Y es un amor correspondido, como se aprecia cuando ella habla de su tierra.

Es uno de los rostros de referencia para la generación de jóvenes que creció viendo SMS (Sin miedo a soñar) y Sin tetas no hay paraíso. Salida de la cantera de la exitosa serie de TVG Pratos combinados, la actriz María Castro (Vigo, Pontevedra, 1981), tan polifacética como le permite su amplia formación en gimnasia, baile o incluso periodismo, se encuentra en estos momentos de gira con su obra La coartada. Una actividad que compagina siempre que puede con hacer apología de la tierra que le vio nacer, Galicia.  

El pasado 21 de diciembre se estrenó el Ave a Galicia. ¿Es usted pasajera habitual?
¡Sí! Y más cuando estoy de gira, como en este momento. Mis padres seguro que han sido de los primeros que cogieron ese tren para volver rapidísimo por Navidad. Cuando viajo con las niñas, especialmente con la pequeña, que aún es un bebé lactante, no paro de entretenerla para que no me echen del vagón [risas]. Y cuando voy sola aprovecho para leer guiones o redactar ‘posts’ pendientes.

En el Congreso se ha debatido recientemente sobre producir más cultura en las diferentes lenguas del Estado. ¿Echa en falta contenido en gallego?
Cada vez se hacen más cositas. Pero claro, promover nuestra cultura, lengua e idiosincrasia, con lo poderosa que es y con lo riquiños que somos, caray, ¡nunca está de más!

¿Qué nos puede contar de La coartada?
Es la obra más impactante de todas en las que he trabajado, por el drama que vive mi personaje. Ana es una mujer al límite, al borde del precipicio y dispuesta a todo por recuperar a su hija. Es muy emocionante, empieza pareciendo una cosa, pero acaba siendo otra.

¿Sigue echando de menos Galicia?
Vivo en Madrid, pero siempre que puedo me escapo. Es que la terriña tira mucho. Pasar un finde en Vigo o Baiona, ver el mar, a los míos... Para mí, eso es mi gran placer confesable. Si no puedo, me traigo la tierra a la capital pidiéndole a mi familia que me visite.

¿Qué enclaves considera imprescindibles en Vigo?
En el parque de Castrelos disfruté de mis primeros columpios. Para relajarse, recomiendo mucho visitar la playa de Samil y caminar por ese paseo marítimo único, que tan pocos tienen. Comer un buen gofre en la Rúa do Príncipe también está muy bien. Y me gusta mucho ir al monte de O Castro, a admirar sus vistas y ser todavía un poco más consciente de lo que dejo atrás cada vez que vuelvo a Madrid. A las islas Cíes, que pertenecen a Vigo, hay que nombrarlas siempre. ¡Menudo paraíso!

¿Hay algún rincón que sienta especialmente suyo, sea por el paisaje o porque le traiga recuerdos?
Aunque suene raro, el Pabellón de As Travesas. Entrené allí durante 12 años, entre esas cuatro paredes pasé de niña a mujer, sin darme cuenta. Cualquier esquinita de Baiona [parte del Área Metropolitana de Vigo] también siento que lleva mi firma. Ahí veraneé desde que era pequeña, que es cuando tenía más tiempo para disfrutar, así que he exprimido esa maravillosa villa marinera al máximo.

Fuera de la ciudad de Vigo, ¿a qué otros lugares de Galicia le gusta ir más a menudo?
Voy mucho a A Coruña, porque mi hermana y la bonita familia que ha creado viven allí. Pero mi opción favorita siempre es coger una autocaravana con mi marido y las niñas y recorrer Galicia entera, porque es un paraíso de norte a sur y de interior a costa.