La villa mediterránea con carácter bohemio
Rodeada de viñedos de Malvasía y montañas del macizo del Garraf, está Sitges, la villa mediterránea impregnada de arte, ocio y cultura.
A lo largo de la historia, tanto los artistas autóctonos como de otros lugares se han sentido atraídos por la belleza de su luz, su suave clima y la brisa del Mediterráneo.
A finales del siglo XIX, aquellos que regresaban como burgueses de las Antillas construyeron aquí imponentes mansiones modernistas salpicadas de color. Caminando por el paseo marítimo y el casco antiguo, no sólo alucinarás por las vistas al mar, sino también por todas estas casas de indianos, que a su vez contrastan con la sencillez y armonía de las casitas blancas de los pescadores con toques de azulejos azules.
Se puede decir que Sitges es exponente del modernismo gracias a artistas como Santiago Rusiñol y Miquel Utrillo. Rusiñol tuvo aquí su casa y taller de obras, hoy convertido en el Museo del Cau Ferrat que vale la pena ver no sólo por la singularidad de su arquitectura, sino también porque alberga obras de otros artistas como Picasso o Zuloaga.
En cuanto a Utrillo, construyó el conjunto artístico monumental de Maricel, una explosión de Pantone de encanto inigualable. Si bien Sitges está repleto de lugares para fotografiar, en el mirador de Maricel, los atardeceres a orillas del Mediterráneo son dignos de inmortalizar en un selfie.
Un lugar icónico del paisaje de Sitges es la Iglesia barroca de San Bartolomé y Santa Tecla, que verás desde el paseo marítimo, pero para una buena vista de la playa de San Sebastián, observa desde lo alto de su escalinata.
Algo imprescindible en Sitges, es saborear el mar mediante su gastronomía, desde la ensalada xató hasta el suquet o el arroz a la sitgetana maridado con su característico vino dulce.
A diferencia de otras zonas de costa, Sitges está llena de actividad en cualquier hora y época del año, y a la vez es un lugar para relajarse entre playas y calas de arena blanca y fina.
Sitges es mucho más que sus playas y atardeceres, es perderte entre sus calles y admirar no sólo las mansiones coloniales, sino los jardines tropicales como el de Terramar, que te harán sentir como si estuvieras en medio de algún lugar del Caribe. Además, el jardín sirve de escenario para diversos eventos culturales, como festivales de música. La ciudad es también fiesta y tradición, desde el Corpus Christi donde sus plazas se tapizan de alfombras de claveles, hasta el Orgullo Gay y las fiestas de sus patrones San Bartolomé y Santa Tecla. En estas últimas, no sólo disfrutaras de la comida, degustarás vinos y cavas de la vecina Penedés, además de admirar desfiles de gigantes, cabezudos, águilas y dragones, danzas sitgetanas, y fuegos artificiales.
Todo esto es sólo el preludio de una de las celebraciones más importantes del cine, el Festival de Sitges, referente internacional donde se conocen las últimas tendencias audiovisuales, y se unen actores y directores en una fiesta de arte y glamur.