Las palabras que somos
Si te apasionan los libros, sabrás que nuestra geografía está repleta de interesantísimos lugares clave de nuestra historia literaria: las localidades donde nacieron y vivieron grandes autores –Rosalía de Castro o Blas de Otero en el norte; Bécquer y Juan Ramón Jiménez en el sur–, los cafés donde organizaban sus tertulias o los escenarios de sus obras.
Si hay una ciudad literaria por excelencia, esa es Madrid y su Barrio de las Letras, en el que se instalaron escritores y dramaturgos concentrando la vida literaria y teatral de la ciudad.
Fue cuna del Siglo de Oro con Cervantes, Calderón o Tirso, a los que siguieron grandes nombres del Romanticismo como Larra o del Realismo como Pérez-Galdós. Y de las vanguardias, con Gómez de la Serna, Valle Inclán y muchos otros intelectuales, unos reunidos en el desaparecido Café Colonial, otros en el Café Gijón (tomarse algo en una de sus mesas es un auténtico viaje en el tiempo).
Madrid, escenario de las idas y venidas de literatos de todas las épocas: unos conviviendo en la Residencia de Estudiantes, otros enfrascados en eternas disputas, como la que protagonizaron Góngora y Quevedo (en el número 7 de la calle de Quevedo vivió el poeta tras desahuciar a su eterno enemigo).
Castilla y León es otro de los territorios con más peso literario de nuestro país, y recorriendo sus ciudades nos toparemos con multitud de espacios que recuerdan a autores capitales.
En Segovia podemos visitar la Casa Museo de Antonio Machado, con sus recuerdos y el busto del poeta en su jardín. En Salamanca, la de don Miguel de Unamuno, en la que vivió mientras era rector de la Universidad. En Valladolid, la del dramaturgo José Zorrilla, con su magnífico jardín romántico, sin duda uno de los lugares más bonitos de toda la ciudad.
Y a menos de media hora en tren de Valladolid, Medina del Campo fue testigo de los encuentros entre los místicos Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
Otra propuesta es recorrer las ciudades que se convirtieron en escenario de grandes obras literarias.
Volvemos a Salamanca para visitar el Huerto de Calisto y Melibea, donde los protagonistas de La Celestina vivieron su historia de amor. A orillas, por cierto, del río Tormes, que nos recuerda los primeros años del entrañable Lazarillo.
Y si avanzamos unos siglos, Barcelona como escenario novelesco fundamental, gracias a las obras de autores contemporáneos como Carmen Laforet o Juan Marsé.
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