Marsella y la tradición de su jabón
 

Son muchas las historias que se oyen sobre el jabón de Marsella, y es que resulta inevitable visualizar esta ciudad y no pensar en pequeños moldes liláceos de aroma inconfundible. Súbete a uno de nuestros trenes AVE Francia, el AVE Internacional entre España y Francia, y déjate cautivar por esta ​​tradición. Si eres un apasionado de la cultura, las tierras de la Costa Azul prometen una experiencia inolvidable que seducirá todos tus sentidos.

No conoces Marsella hasta que conoces su historia y la de su famoso jabón. A continuación, te contamos los orígenes de este producto y por qué es tan apreciado tanto por los habitantes como por los turistas.

El jabón de Marsella: un poco de historia

Los orígenes de este famoso producto se remontan al año 1371, año en que se registra la primera venta a manos del pionero del jabón en Marsella, Crescas Davin. Ya en la Antigüedad se mezclaban aceites y cenizas con agua y, a modo de jabón, se utilizaban tanto para remedios como para cosmética, pero no es hasta la Edad Media cuando empieza a utilizarse para lavar la ropa añadiendo sos​​a cáustica a la mezcla. En el s. XVI las fábricas dejan atrás el proceso artesanal, se perfeccionan las técnicas y la industria del jabón empieza a tener una presencia considerable en la Provenza. Los artesanos utilizan ingredientes de la tierra para fabricar el producto: sosa, camarga y olivas. A principios del s. XVII, la producción de estas fábricas marsellesas apenas puede satisfacer la demanda de la ciudad y de la zona. Incluso el puerto de Marsella recibe jabones procedentes de Génova​ y Alicante.

En 1688 Luis XIV promulga el edicto Colbert, que introduce regulaciones para la fabricación del jabón de Marsella, por lo que a partir de aquel momento sólo se utilizaría aceite de oliva puro, garantizando un estándar de calidad y asegurando el renombre de los jaboneros de la ciudad. Esto convertiría la ciudad de Marsella en la puntera de la industria.

A lo largo del s. XVIII la producción se multiplica gracias a la mecanización, pasando de siete a más de setenta fábricas. Sin embargo, el bloqueo inglés del puerto detiene la importación de materias primas, por lo que se dedican más fábricas a la obtención de uno de los componentes a partir de la sal marina. Además, tras el aumento de precios del aceite de oliva, se empiezan a utilizar otro tipo de aceites como el de colza, de lino y de sésamo.

La introducción de múltiples procesos técnicos, del blanqueamiento del aceite de palma y la creación de laboratorios especializados en la cocción del jabón, favorecieron una todavía mayor expansión del jabón de Marsella.
 

Jabón de Marsella
 

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se bloquea el abastecimiento desde España y Marsella abastece el norte de Francia y distintos compradores de Holanda, Alemania e Inglaterra. A pesar de esto, los años sucesivos son bastante desastrosos.

A raíz de la introducción del jabón moderno, la producción del marsellés disminuye considerablemente. Hoy en día sólo quedan 4 jabonerías repartidas en dos ciudades: Marsella y Salon-de-Marsella.

Aún así, a partir de los años 80 del s. XX y hasta la actualidad, el jabón de Marsella resurge con fuerza basándose en la tradición. Se enaltecen las virtudes de este producto natural y biodegradable, que a día de hoy se encuentra en todas partes: tiendas de productos provenzales, jabonerías, mercados, tiendas de productos cosméticos, etc.
 

El secreto del jabón

El auténtico jabón de Marsella tiene forma de cubo de 600 gramos, dependiendo de si está hecho con aceite de oliva tendrá tonalidad blanca o verde, bajo la indicación “EXTRA PURO 72% de ácidos grasos”. La denominación de “Jabón de Marsella” es de origen totalmente libre, a día de hoy se pueden encontrar muchos productos, pero pocos son libres de colorantes, conservantes, perfume o grasas animales como el original. Se trata de un jabón que se puede utilizar a diario sin ningún problema, y es más económico que el tradicional, además de durar casi el doble. Entre sus bastos beneficios dermatológicos, y dejando aparte los conocidos usos domésticos, destacan sus propiedades dermatológicas y ecológicas.

Al ser hipoalergénico, desinfecta y cura las heridas, y es comúnmente recetado por dermatólogos en casos de eczema. También es utilizado en el hammam para exfoliar y dejar la piel satinada, como dentífrico para curar las encías o incluso para afeitado, aprovechando su espuma. Lavar la ropa de los niños con este producto reduce el riesgo de irritaciones y alergias.

Según los habitantes de la Provenza, colocar este jabón en los pies de la cama sirve para prevenir resfriados y calambres.
 

Jabón de Marsella
 

Seduciendo al viajero

El precedente histórico y el hecho de ser un producto fabricado según la receta tradicional, puro, natural, biodegradable y respetuoso con el medio ambiente, tiene una gran repercusión en el turista que visita Marsella. No sólo por sus utilidades, sino también por su forma característica y artesanal, enamoran al turista casi obligándole a adquirir cierta cantidad.

Con incontables colores y aromas, representa una auténtica perdición para los amantes del jabón. El jabón vegetal blanco suele presentarse con aromas de jazmín, lavanda, leche, limón, miel, rosa…, mientras que el jabón de oliva suele aparecer con matices de algas, arcilla, lavanda, manzana, menta, pino, romero…

Las combinaciones no tienen límites, y puedes encontrar incluso combinaciones de chocolate, magnolia, melón, própolis y hasta vino.
 

Jabón de Marsella
 

Viaja a Marsella en tren

En resumen, si viajas a Provenza ve haciéndole un sitio en la maleta a este peculiar producto de la tierra, pues lo encontrarás en todas partes, desde mercados artesanales hasta tiendas de estilo.​ ¡Visita Marsella!

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